Qué sería de mí
sin este corazón roto
sin todos estos días
que renazco
crezco y nunca broto.
No veo flores en mis ojos.
Solían gustarme los colores del otoño,
pero ahora, más que nunca,
veo muertes en las hojas
que quiebran el viento
y al Otro.
Recordaba abril con tus brazos reconfortantes
pero ahora es tan amargo
que su tacto ya no es el que era antes
rompe
lastima;
me persigue,
quiere matarme.
«Me siento vacía»
quisiera decirlo así
pero estoy llena.
Y ahora extraño
tus dilemas,
cuando me escribiste sin saber si pasaron meses, años…
cuando hablabas
y hasta cuando eso hacía daño.
Y tiene sentido,
veo por fin
la lógica de la que tanto hablabas.
Te fuiste y yo sigo acá,
estoy llena
de todos esos desórdenes que siempre causabas
toda esa culpa,
todos esos escenarios hipotéticos
en los que te dejé hundirte
en los que te quedaste
en los que nunca te mentí
en donde nos quedamos escépticos,
pero sí,
nos rompí.
Ojalá fuera cierto ese
«Eliminar para mí».
Ojalá
Pero no.
Y tiene sentido
que no encaje mi abrazo en tu narcisismo
que busque tus cartas por mis libros
que me quede y vos te vayas
y el ruido que causa
tu filosofía de lo mismo.
Sin decirme a dónde
ni qué va a ser de vos.
Cuánto sentido…
Recuerdo.
Vomito.
Tiene tanto sentido
que no logro atraparlo.
Siempre decías
que las cosas pasan por algo,
y yo repetía
que no creo en determinismos.
Pero ya no estás,
y si ya no hay otro modo
ojalá que esta vez sí
te puedas llevar todo.
Ojalá
Pero no.
Repartí tantas oportunidades
que me quedé sin ninguna para mí.
Creí haberte librado de culpa,
pero creo que sólo
te la robé y la escondí
y siempre me habla
está cómoda conmigo,
aunque a veces me reclama
que no sé cómo cuidarla,
es por eso que le di alma
y ahora la dejo escribir.
Y ahora me toca esperarte a mí,
recordarte si estoy ebria
y conformarme con verte a la pasada.
Pero ahora tu caos vuela por cosmos lejanos a los míos.
«No te quedes sola
y abrí los postigos».
Lo dicen mucho,
pero yo no veo
un mejor autocastigo.
Tus ojos sin contexto,
no quiero verlos así
quiero aferrarme a tu cara enamorada
y a cómo me mirabas
la última vez que te vi.
Nunca más
vas a volver a verme así.
Ahora soy yo la asesina de los clichés de nuestras novelas,
ahora corre por mis dedos
ese color carmesí,
esa sangre de tus venas
que algún día derramaste
por desvivirte por mí.
Ya que te llevaste todo
y me borraste tus manos,
nuestras fotos…
Borrame también esta pena.
No.
No quisiera odiarte,
quisiera ahogarme
o al menos poder decir
que ya no te amo como antes,
pero aunque lo intentes
nunca
vas a irte por completo,
por mucho que desaparezcas
incluso cuando sane
vas a seguir acá,
como seguís en mis textos.
La esquina ahora, desentendida.
Cuando llueve se pregunta que hace ahí,
de nuevo
perdida,
duele más por ella que por mí.
Tal vez hayas decidido
que ya no voy a ser alguien
por quien valga la pena sufrir.
Quizás esta vez
sí lograste odiarme.
¿Y cómo lo vas a expresar?
Por los textos que pensaste, pero que no vas a enviarme;
o por canciones que ya
nunca más vas a mostrarme.
Tal vez sólo no haya nada,
y esta vez sí me borraste.
No importa,
yo ya lloré por los dos
por lo que no vamos a ser
y por lo que fuimos antes.
Por no volver a tu cama,
donde hacíamos desastres.
Ojalá fuese superarte
tan fácil como fue amarte.
Ojalá
Pero no.
No se cómo cerrar
las puertas que me dejaste.
No se ni qué final
puedo darle a este poema.
Terminar un día hermoso,
luego un ruido en el silencio,
cadenas de calabozos.
Me hacen falta tus mensajes.
Cómo duele últimamente…
y tiene sentido.
Es lógico
y mata
que ahora duela tanto amarte.
Aunque yo se muy bien cuánto
me esforcé por conformarte.