Las hermanas del tesoro sexual
Tan pronto como mi hermana y yo escapamos
lejos de la casa materna, todo lo que quisimos hacer fue
coger, borrar
su pequeño cuerpo de gorrión y
sus flacas piernas de grillo. ¡El cuerpo de los hombres
era como el cuerpo de nuestro Padre! Las masivas piernas, flancos, muslos, la estructura masculina de las caderas, rodillas, pantorillas —
podríamos haberlo tenido a él ahí, la caída prohibida
de las nalgas, atrás de las rodillas, la verga
en nuestra boca, ah, la verga en nuestra boca.
Como exploradoras que
descubren una ciudad perdida, nos volvimos
locas de alegría, desvestidos los hombres
lenta y cuidadosamente, como si
develar artefactos enterrados
probara nuestra teoría de una cultura perdida:
que si Madre decía que no estaba ahí,
entonces ahí estaba.
Acusación de Oficiales Senior
En el pasillo sobre el hueco de la escalera
mi hermana y yo nos encontrábamos de noche
ojos y pelo negros, cuerpos
como gemelos en la oscuridad. No hablábamos de
los dos que nos habían llevado allí, como generales,
por sus propias razones. Nos sentamos ambas, compañeras en
la guerra fría, su vivo cuerpo la prueba de
mi cuerpo vivo, nuestras espaldas al agujero
leve de las escaleras, abajo de donde
tendríamos que ir, sabiendo nada
más que lo aprendido allí,
para que ahora,
cuando pienso en mi hermana, los agujeros de las agujas
en sus caderas y en los pliegues de sus codos,
y las marcas de golpes de su esposo doctor,
y las cicatrices de sus operaciones, sienta
la furia de un soldado parado frente al cuerpo de alguien
enviado a la línea fronteriza
sin entrenamiento
o arma.
En el subte
El hombre joven y yo nos enfrentamos.
Sus pies son enormes, en zapatillas negras
atadas con blanco en un complejo patrón como
una serie de heridas intencionales. Estamos atrapados
en lados opuestos del vagón, un par de
moléculas atrapadas en una rabia de energía
moviéndose rápido a través de la oscuridad. Él tiene
(o mi blanco ojo imagino que tiene)
la fría mirada casual de un punga,
alerta debajo de párpados caídos. Él está vestido
de rojo, como el interior de su cuerpo
expuesto. Yo visto pelaje viejo, la
piel total de un animal arrancado
y usado. Yo miro su cara desconocida,
él mira el abrigo de mi abuela, y no sé
si yo estoy en su poder—
él podría tomar tan fácilmente mi tapado, mi
cartera, mi vida—
o si él está en mi poder, la manera en que yo
estoy inventando su vida, comiendo la carne
que quizás el no coma. Y él es negro
y yo soy blanca, y sin quererlo o intentarlo
debo beneficiarme de nuestra historia,
la forma en que él absorbe los rayos asesinos
del corazón de la nación, como algodón negro
absorbe el calor del sol y lo sostiene. No hay manera
de saber cuán fácil esta piel blanca
hace mi vida, esta vida,
vida que él podría quebrar tan fácilmente, la manera en que yo
pienso que su propia espalda se quiebra, la
furia de su alma que al nacer fue negra y
fluida, rica como el corazón de una semilla
lista para crecer en cualquier luz disponible.
Tarde el poema a mi padre
De repente pensé en vos
como un niño en esa casa, los cuartos sin limpiar
y el hogar caliente con el hombre frente a vos,
en silencio. Te moviste por el aire pesado
en tu belleza física, un chico de siete,
sin ayuda, listo, había cosas que ese hombre
hacía cerca tuyo, y él era tu padre,
el molde del que fuiste hecho. Bajo el
sotáno, las barreras de manzanas dulces,
tomadas en su esplendor del árbol, podridas y
podridas, y pasando la puerta del sótano
el rápido correr y correr, y algo
no te fue dado, o algo fue
tomado de vos, con lo que naciste, sólo para que
incluso a tus 30 y 40 vos prepararas
el aceite medicinal en tus labios
cada noche, el veneno que te ayudaba
a caer insconciente. Yo siempre pensé que
el punto era lo que hiciste en nosotros
como un hombre adulto, pero luego recordé a ese
niño siendo formado frente al fuego, los
pequeños huesos dentro de su alma
doblados como fracturas verdes, los pequeños
tendones que sostenían al corazón en su lugar,
quebrados. Y lo que te hicieron a vos
vos no lo me lo hiciste a mí. Cuando te amo ahora,
me gusta pensar que le estoy dando mi amor
directamente a ese chico en el hogar caliente,
como si pudiera llegarle a tiempo.
(traducciones libres de los poemas de Sharon Olds, en la creencia de que traducir es traicionar al lenguaje y crear un mundo a partir de él)
Licenciada y profesora en Letras por la UBA. Escribo desde que tengo recuerdo.