la vida en el circo

mi mamá me obligaba 

a cantar en la sobremesa 

y cuando digo obligaba

me pedía por favor y me miraba 

con sus ojos muy brillantes y full abiertos

en el poco espacio que hay en sus párpados norteños 

rasgados reflexivas 

cavidades oculares

muy justas para su expresión enormes pelotas de golf envueltas en papel celofán 

eran sus ojos / su necesidad insaciable 

de mi voz y la letra de la canción 

que auguraba la pseudo libertad tan esperada

el escape escurridizo 

de un oso dejando atrás 

una jaula sin candado a medianoche oscura ilegible

escarcha el pasto crecido 

como la comida de viernes 

que no llegó a ser comida

por mi boca de niña ocupada

de niña que canta en el coro

por el peso del papel brillante de regalo en los ojos de una madre fuerte y conmovida

quién pone esa presión en un niño que come 

habiendo tanta gente que no tiene nada cuando hay hambre

mi plato esas noches se enfriaba 

como la pared de los hoteles

las ventanas de los aviones

los abrigos de piel

las malas noticias por teléfono

quién va a los circos a ver osos

es obvio que son los dueños de los días enteros 

que sus huellas del mundo hicieron crecer los bosques majestuosos

los osos son amigos de los tigres viejos

hay cosas que nunca tienen que faltar 

el techo

la comida

los espectadores 

quién obliga a los niños a cantar

los alimenta a cambio de canciones los ve

intentar el equilibrio en una pelota roja con rayos amarillos

quién olvida configurar las salidas

bloquear las jaulas

domesticar a las bestias peludas pequeñas garras por

comida

techo

espectadores

mirar justo a los ojos con radiante intención de entretenerse/ pasar el rato

aplaudir con asombro maravilloso

en el estribillo el oso soy yo no

entiendo qué es es este show helado

luminoso y esencial

yo era feliz porque los pies no me llegaban al suelo si me disponían a la cena con menu basico apetecible para la infancia

mis ojos siempre fueron del mismo color que los ojos de los osos

marrones casi negros profundos

como el hambre mansa o la humedad anunciada

del momento en que no decido si cantar o comer

es decir la jaula chiquita en la que he entrado

con papas fritas de carnada

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