El salón de fiestas del barrio de Belgrano, era famoso por las despedidas de solteros y divorciados.
Entrada la tarde, un hombre de más de ochenta años se presentó en la barra del bar y pidió un whisky. Después de una breve charla, el cajero, entre confundido y fastidiado se acercó al dueño del local: – Manolo, este hombre me está tomando el pelo y no quiero contestarle de mala manera.
Pero ¿qué es lo que quiere?
Reservar mesa para una despedida.
Pero hombre ¿Cuál es el problema? Es lo que hacemos ¿de soltero o de divorciado?
De la vida. Dice que le queda poco y quiere despedirse.
¿De qué?
De la vida, como lo oye. Mejor hable usted con él.
¿No estará borracho o drogado?
Drogado no creo que esté, es un viejo, pero está un poco loco y ya no sé cómo sacármelo de encima.
Está bien, no es el primer borracho que manejo ¿cómo se llama?
Creo que Evaristo.
Ya frente a Evaristo: – Buenas tardes, soy Manuel Iñiguez, pero puede llamarme Manolo, es un gusto conocerlo Don Evaristo: la casa invita ese whisky. Por lo que me cuenta el cajero usted le está haciendo una broma: quiere hacer una reserva para una despedida de la vida, como si esta fuera una casa velatoria, este salón es para divertirse.
Es simple y no debería sonar tan raro: antes de que mi cuerpo y mi energía me abandonen y comiencen a debatirse entre la enfermedad, la razón y la demencia, quiero festejar mi despedida de la vida. Un velatorio es una convención social, pero me encantaría presenciar el mío, es donde se cuentan los mejores chistes. Le confieso que nunca me tomé demasiado en serio. Además. tengo claro que cuando ya no esté, como dice el tango, el mundo va a seguir andando. Pero si lo que queda es el alma, no sé. Siempre puede ocurrir lo impensable, por qué no, el asunto de la luz blanca, la otra dimensión…pero preferiría que esas novedades me las trajera otra persona.
Vamos otra vez, aparentemente no estás loco, solamente un poco desorientado o borracho. Los borrachos se ponen solemnes y filosofan. Pero vos tenes claro que este local no es para velorios ¿verdad?
Cómo no saberlo. Estuve en tantas fiestas en este local.
Entonces esto es una broma, decime exactamente qué es lo que queres. Sos un hombre culto obviamente, pero yo me gradúe en la universidad de la noche y en esta barra. Lamentablemente, el tiempo pasa para todos y la última batalla no la gana nadie, pero no veo ningún motivo para festejar y menos en un salón de fiestas donde todo el mundo está de joda, nadie quiere compartir un momento de mierda, por mucha filosofía que le pongas: acá es todo pum para arriba.
También está claro para mí. Nunca pensé llegar a esta edad, Te das cuenta que envejeces cuando lo que decís no le interesa a nadie, por eso es que puedo decir lo que quiera en esta barra, no se me ocurre un momento más oportuno.
Evaristo y no se te ocurre que mejor que venir a ver como festejan y bailan los jóvenes toda la noche hasta la madrugada, es jugarte un truquito con los amigos y llegar a casa a tomar una sopita caliente.
La mayoría de los viejos con los que crecí, están muertos o no saben que están vivos, quiero compartir mi despedida con los sobrevivientes que pude localizar. El mundo se va despoblando de nuestros pares y vivimos entre desconocidos. Vamos perdiendo la memoria próxima, dónde dejamos las cosas. Es un camino de vuelta a casa, a los recuerdos remotos y no es malo ¡eh! no hay mejor compañía. Los recuerdos son invencibles. Mi casa puede estar en silencio, pero yo escucho todas las voces.
Me despertas un poco de ternura, me haces acordar de mi viejo, pero no vas a hacer una fiesta de egresados con otros viejos despidiéndote de la vida en este salón. Te repito, nadie viene para amargarse. Deberías hablar con tu familia, consultar con un médico o un psicólogo para que te contengan. Mira esas chicas que entraron con el pelo pintado de dos colores, mira que culos hermosos, tomaditas de la mano y dándose piquitos, es un cambio de época y qué quieren, ser felices, tan sencillo como eso: divertirse sin ser juzgadas.
Es exactamente lo mismo que quiero yo. Entiendo lo que decís, en los jóvenes la pena es un sentimiento volátil. Pero no vamos a venir para amargarnos, vamos a bailar, a cantar, a divertirnos y reírnos con los sobrevivientes.
Entonces, ningún discurso fúnebre.
Olvidate, ningún discurso para la posteridad, no soy un procer.
Sos un borracho culto nomás.
Manolo, con las migajas de lucidez intermitente que me quedan, sé que no puedo comprar tiempo pintándome el pelo. El mundo es un poco pequeño últimamente, se reduce a recuerdos, pero no tengo ni pena, ni miedo en mi interior. Ahora el mundo gravita alrededor de los culos maravillosos de esas chicas. En mi juventud, el contacto físico era un alivio por fugaz y casual que fuera, ahora busco otra cosa.
Se ve que te gustó la joda en su momento.
Pero después llegó ella. Es una presencia incontestable y perpetua, siempre está conmigo.
Tuviste una pérdida y extrañas.
Es imposible perderla, todas las mujeres tienen su nombre, todas son ella.
Tomate otro whisky, yo invito. Posiblemente seas un mitómano que se gana un whisky, pero sos un gran conversador y aquí casí siempre te toca algún boludo pretencioso. Pero te quiero hacer razonar para que no te vayas al carajo.
Ja ja, gracias. Sabes lo que pasa, ahora cualquier asado puede ser el último. Todo ese placer piromaníaco del parrillero, es una verdadera ceremonia religiosa, atávica y el vino te regala algún momento de euforia con los amigos para arreglar el país, formar la selección, hablar de mujeres. Nadie tuvo una vida perfecta, pero todos tenemos paraísos perdidos que nunca conocimos. De joven esperas que llegue lo maravilloso, lo inalcanzable, lo mítico….
La chica del cabello pintado se acercó: – Perdón, no quiero interrumpir, pero no pude evitar escucharlos y la idea de la despedida de la vida me pareció copada.
Qué buena onda. Soy Evaristo ¿Cuál es tu nombre?
Me llamo Sol ¡Pero qué gracioso! Hablaste como un pendex y te inclinaste como un caballero de la antigüedad.
Este Evaristo es una caja de sorpresas. Es un filósofo de café.
Siempre hablé con frivolidad de las cosas importantes, nunca me tomé demasiado en serio. Puede ser indolencia o debilidad de carácter, no lo sé, seguro que me estoy repitiendo.
Me gusta ese costado filosófico, pero no sé si no es para disimular que me estás mirando el culo. Ja ja.
¡Qué capacidad de observación y de síntesis! Encima de ese hermoso culo, hay una mente brillante, que no descansa. Ustedes se animaron a mucho más que nosotros y las felicito. Sos mucho más que un culo pensante.
Evaristo te pasaste de la raya con Sol.
La chica no paraba de reírse: – No por favor, no seas tan formal Manolo fue un halago maravilloso, son muchas horas de gimnasio para que luzca así. Me interesa sentirme fuerte y que no me asuste ningún desafío, ni depender de nadie.
Los jóvenes tienen esa inapelable certeza de que el mundo les pertenece y es verdad. Me recuerda cuando con mis amigos deambulábamos por la calle como náufragos en la madrugada y queríamos cambiar el mundo. Hagan con él lo que quieran. Me acuerdo de mi juventud dibujando amaneceres alucinantes en la playa. Por nuestros ojos, pasaban a cien; la sorpresa, la curiosidad y el interés. Los primeros amores, los primeros amaneceres, las primeras borracheras. Una mezcla de excitación y paraíso. Nunca pensé en llegar a esta edad, no sé cómo pudo ser.
¿Y ahora?
Esperando que los recuerdos no me dejen solo.
¿Y cómo pensas que vas a irte? Siempre tuve una curiosidad morbosa por ese tema.
Ella va a besarme como cuando eramos otros, con euforia y arrogancia. El corazón va a latir con fuerza, aunque mis manos estarán heladas y temblando: una dulce despedida. Creo que mi cuerpo ingrávido va a disolverse y desintegrarse. Somos de un material menos resistente que los metales. Después, aunque no esté aquí, los recuerdos van a sobrevivir porque son invencibles y ella va a ser siempre joven y amada en tiempo presente.
Te das cuenta: amar de verdad es lo único que vale en la vida. Nos entendemos de diez. ¿ Te animas a compartir la mesa de la despedida con un grupo de no binarias, lesbis y agéneros. Yo soy agénero.
¿Por qué no? ¿Qué es eso exactamente?
No encajamos en el modo binario de entender el sexo. No me ajusto a roles de género fijos. No aceptamos que nos clasifiquen.
Y sí, a veces el sexo biológico y la identidad no coinciden.
Ja ja. No tenes prejuicios, ni clasificas a las personas y eso está bueno. Pero mira que además va a ser con disfraces.
Hecho.
Es increíble, porque se nota que sos un viejito heterosexual.
Me estás clasificando.
Ja, ja, mala mía y buena tuya. Vamos a bailar, divertirnos y tirar por la ventana todas las convenciones y los prejuicios.
Manolo que había sido un espectador intervino sorprendido: – Y pensar que yo creía que el loquito eras vos. Entonces armamos una mesa con agéneros, no binarios y muertos vivos. Esto va a ser digno de Fellini.
Te aclaro que, de mis tres amigos, dos no están de a pie.
¡Ah! Los viejitos están motorizados.
Juán anda en silla de ruedas y Ricardo se mueve en andador, pero les encanta bailar y cantar, como a mí.
Sol, divertida, volvió al ataque: – En una de esas, vos y yo, terminamos siendo novios platónicos. Ja ja.
¿Por qué no? Todavía no me convertí en recuerdo.