En las proximidades de Sichuan, Shen Mung se desliza a través de los senderos bordados entre flores de cerezo. Se acerca a las vasijas humeantes, desabridas y cálidas, y suspira preocupado por la salud de sus súbditos. Entonces, una brisa mueve acompasadamente las ramas de un arbusto milenario. Unas frágiles hojas se posan sobre el agua caliente y un sabor delicioso impregna el aire y los espíritus. El emperador ordena que sea identificado el arbusto y que sus hojas sean cosechadas y conservadas en el ámbito más secreto del palacio. Y desde esa tarde, todas las tardes, toma su tacita de oolong, entrecierra los ojos y se deja invadir por el aroma frutal de la infusión.Él, que nunca se ha dejado invadir por nada ni por nadie.
Me jubilé como docente en el área de Letras.Trabajo en corrección de textos literarios y académicos.
¡Que lindo!. Cuantas cosas en tan pocas lineas..
Gracias, Daniel. Me encantan los microrrelatos, últimamente me cuesta escribir otra cosa. ¡Eso de la síntesis atrapa!