puntos de azúcar
relucen en el agua
como terrones
flotando en una taza de té.
las luces de la ciudad
a lo lejos.
un espejo
contra el sol.
brilla como un tintineo.
escucho los cristales
chocando suavemente;
dedos que se deslizan,
jugando,
como si tocaran
las teclas de un piano.
los haces
que se parten.
los veo
por el rabillo del ojo.
se refractan
entre tus pestañas
cuando bajás
los ojos.
y chocan
contra el oro
de tus aros,
como el sol
allá arriba,
y se escapan
por el filo redondeado
hasta desaparecer.
un segundo.
el tapón del licor
rueda sobre la mesa,
y con él
el arcoiris,
que cae sobre las paredes.
parpadeo
y vuelvo al agua.
medio sumergida
en sueños
de diamantes.
y la moneda que gira
en el aire.
cara,
cruz;
cara,
cruz;
cara,
cruz.
la atrapás con la mano.
y yo espero el destino.