Hoja 4

Octubre 2016

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El precio de las bananas es por kilo, y ayer las bananas eran muy grandes. Compré dos. Si hubieran sido de las pequeñas creo que por el mismo precio hubiera obtenido cuatro. El asunto es que yo cuando como una banana como eso: una banana. Sin importar el tamaño. Por lo tanto si hubieran sido pequeñas el mismo dinero me hubiera rendido el doble.

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Hoy vi un cartel con una oferta de tomates: dos kilos por 20 pesos. Y ya se segregaba en mí el deseo de aprovecharla cuando me acordé que: a) tengo tomates cherry en mi heladera. b) tengo una caja de tomate para hacer salsa. c) Esa oferta está hace bastante, y se podría decir que más que oferta es el precio de los tomates.

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Como no tengo plata, en lugar de pedir mi bidón habitual de 20 litros de agua (60 pesos), podía comprar una botella de litro y medio (15 pesos) y tirar con eso hasta equilibrarme. Pero, como se puede deducir, el litro es más barato en el bidón.

Entonces noté que mi cerebro estaba pensando esto: como no tengo plata, voy a pagar más cara el agua. ¡Ridículo!

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Tenía que comprar el papel higiénico y no podía darme cuenta cuál era el más barato. Había muchas marcas. Distintos precios dentro de una misma marca. Había que hacer la división según trajeran cuatro, seis o incluso ocho rollos. Después descubrí que algunos rollos son de treinta metros y otros de cincuenta. Al final miré los rollos y compré el que parecía de peor calidad.

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