Hoja 1
Septiembre 2016
Hace varios días que tengo la idea de empezar una notación de mis gastos, pero por algún motivo u otro nunca lo empecé. Hoy tuve una idea más elaborada, que es la de empezar este diario para reflexionar sobre mi economía personal que, a la vez, indefectiblemente deberá mencionar los gastos.
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Creo que estoy cayendo en la treta de ahorrar gastando, que consiste puntualmente en estar atento a todo lo que parezca una oferta o una oportunidad pero aprovechar absolutamente todas, duplicando así el consumo habitual.
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Uno de los secretos de la economía reducida es juntarse con gente del mismo poder adquisitivo. El despreocupado por su economía quiere agregar un paquete de papas fritas a cada compra, compra de más por si acaso, compra ambas opciones en un caso de indecisión. Ayer fue mi hermano que además agarró unas Lays, que son carísimas. Para comprar esa marca el protocolo de la economía reducida es revisar antes absolutamente todo el supermercado y constatar que no haya de la otra marca.
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Algunos productos hacen más distinción entre marcas, otros son indistintos. Por ejemplo, un vino de 45, 50 pesos, debe elegirse mucho mejor que uno de 80, donde ya una base de calidad está asegurada (salvo escandalosas excepciones).
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La milanesa de soja es muy económica. 36 pesos las cuatro unidades, siendo que suelo almorzar una sola.
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Invité a un amigo vegetariano a comer tarta de verdura. como dijo que no, la tarta me dura dos comidas.
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Quería comprarme ravioles y, como sólo había de las marcas caras, me compré Ñoquis envasados La Salteña. Fue un desliz cerebral, y ahora no estoy tan de acuerdo con esa decisión.
*Aclaración: estos apuntes fueron escritos en el año Dólar a XV pesos (aprox.) y se mantienen en las entradas los precios de ese momento.