Las marcas de mi piel,
las que resaltan
las marcas más blancas:
marcas como líneas
que forman fronteras
y quedan para mi vida entera
y no solo se marca mi piel
sino también mi existencia
formando un mapa:
un recorrido
cuyo camino rocoso
posee un constante diluvio
y varios pozos
con las mismas huellas,
las mismas marcas
que dejan mis propias pisadas.
camino
recorriendo todo eso que formé
y solo me hundo en cada bache
de esta grande
y oscura ruta.
Cada vez,
cada momento que pasa,
aún teniendo la sensación
de creer poder salir,
se vuelve eterno.
mis pies ya tienen ampollas,
pronto abundarán nuevas cicatrices
mis pies ya no soportan
la presión y el ardor
de cada paso que doy
Nuevamente
el camino es largo
y se vuelve un infierno.
cada pozo
es un charco
y su reflejo,
ese gran espejo,
es mi realidad
que distorsiona mi sentir,
agranda mi pesar
y me recuerda
lo que tanto reprimí.
Entonces,
mis dedos
siguen el camino
que dejaron esas marcas,
sintiéndolas mientras vuelven a la angustia
de cuando se formaron
y no puedo evitar
recordar el por qué
[¿Por qué sigo haciendo esto?
¿será que este dolor,
extensión de mí,
es el que aumenta mi frenesí?]
mi mente
sigue el río
de mis lágrimas
mis recuerdos
siguen el paso del tiempo
y miran hacia atrás
y sigo pensando en que todo eso es en vano,
así como pienso,
al mismo tiempo,
que este frágil cuerpo,
muerto y deseoso de vivir,
[auto]destructivo y ansioso de amar
puede seguir
y seguir
como si nada.