Si el adolescente se encuentra con la muerte por la caída de una escena,
yo, adulta, me encuentro en mi tumba con los huesos ya hechos polvo.
De eso haré una mezcla, seguiré revocando, haré un contrapiso,
uno liso
seguramente un poco quebradizo debido a mi inexperiencia tan indeterminada.
En ese momento volveré a significar mi cuerpo y vida.
somos una capa superficial heterogénea donde abunda el Otro,
estructurados inconscientemente como lenguaje
¿por qué no homogeneizar la mezcla interna?
El adolescente y la muerte simbólica son uno
y yo, adulta, sigo extranjera en mi cuerpo y en el mundo.
yo, adulta, intento atravesar la barrera que va más allá de mi persona.
Ahí quiero entrar
¿acaso no conviene desenterrar lo más profundo de mi psiquis para descubrir mis pasiones más desenfrenadas?
Sabemos que son inevitables las pérdidas,
pues siempre perdemos algo propio o ajeno.
Sin embargo, la atemporalidad en la que estamos sumergidos es la que nos permite volver a sí mismos
de ahí las máscaras que poseemos,
de ahí nuestras incógnitas por intentar reconocer el origen de lo que nos hemos apropiado,
de lo que hemos incorporado como nuestro.
Esa amnesia, la latencia generada por resistencia, también es esencial. Pero, ¿por qué huir de la inquietud del deseo?
¿Por qué el rechazo de lo imposible? ¿Por qué promover un goce ilimitado?
¿Por qué la tendencia a ser una suerte de prótesis para ocupar un lugar?
buscamos opacar el deseo por la falta que nos habita, sin comprender la dimensión de dicha cuestión.
Yo, adulta, considero que deberíamos habitar la incompletud, aquello que nos resulta molesto por la sensación de algo faltante
total, hasta el espacio tiene un vacío
y nosotros,
nosotros nos encontramos solos,
solos con la pulsión de muerte
y yo también tuve que morir varias veces,
también tuve que reescribir mi pasado,
yo también me construí un escudo y un par de máscaras para evitar algo.
Mi estructuración previa la cuestioné
y algo de eso agarré para armar una nueva puesta en escena.
Seguiré resignificando,
seguiremos haciéndolo