Asegurate siempre que no sea un infarto

Nunca entiendo esa expresión cuando el corazón se detiene no hay tiempo para describirlo, mucho menos para notar que el brazo izquierdo está adormecido, debe ser eso… aquel que la inventó tenía una impresionante carencia de sentido. Pero como sonó poético todos lo alabaron.

 Anotado en los peluches, las cartas, los bombones, jugueterías, librearías, ¡hasta en los supermercados…!

—Se me detuvo el corazón.

            No importa si el pobre hombre estaba sufriendo un infarto, era más bonito creer que se estaba enamorando.

            Para diferenciar entre un posible infarto y un enamoramiento, les voy a dar (y recetar) los siguientes pasos. Hace poco hice el doctorado: “como regresar la coherencia al pueblo sin quedar como un amargado”.

            Bueno la cosa es así; si sentiste que tu corazón se detuvo justo después de haber recibido la boleta de la luz, ¡no lo dudes!, ¡es un infarto! No importa si la chica es hermosa, o si la conoces hace años, los desajustes económicos impactan muy bruscamente en el todo el cuerpo.

            Ahora si se sentís que estas levitando, volando por los cielos de tan liviano, conectado ligeramente con tu volumen y peso… solo te bajó la presión, recomiendo que consumas un caramelo dulce, o una cucharada de azúcar. Si estas en la calle y no llevas un tarro de azúcar con vos, que es lo más posible, compráte un chocolate, no te excedas demasiado… de la presión baja al exceso de caries hay un sólo paso.

            En fin, ¡para prestar atención!… Y ahora sí, fuera de bromas… Aunque te haya comentado una noche anterior que te ama, que quiere casarse y tener dos hijos, verificá si no está bajo los efectos traicioneros del alcohol. Si es así, debes aceptarlo, no pienses que los borrachos dicen la verdad, sino que dramatizan y exageran la situación actual. Llevarlo a alcohólicos anónimos para superar ésta adicción va a ser lo ideal, olvídate del vestido y dejá de pensar en el nombre de la niña o del niño.

Tengo que mencionar, por supuesto, el siguiente detalle; es posible que esté escrito en todos los libros, representado en cada diálogo básico, pronunciado como lo más sagrado y protocolar, una sensación infaltable para conocer los requisitos del planeta Marte.

            Ese planeta tan cálido y asfixiante que te traslada al éxtasis invaluable, quemándote la piel, apresurándote a cambiar, ¡a mudarte! ¡Sí! Estás enloquecido por vivir en Marte, pero tenes que saberlo… esta sensación verdaderamente no es muy agradable.

            ATENCIÓN: Si presentas los siguientes síntomas solo se trata de un dolor de panza que puede acabar en una constipación. Eliminá de las posibilidades a las mariposas estúpidas, no se te meten en el cuerpo y mucho menos en el estómago. Es, simplemente, una táctica para hacerte volar la cabecita y la maldita ilusión. Al fin y al cabo significa un exceso de harinas…

Por ser el último mes del año te encariñaste con la siguiente frase:

—Hay que despedir bien el año.

Y a continuación compras cinco kilos de harinas para hacerte tortas fritas. Eso se traduce como una piña despiadada al hígado, (sin contar con el exceso de mantecol, maní, pan dulces, helados y budines). Vas a correr desesperado para afirmar:

—Tengo mariposas en la panza.

            (Nunca confundan la excitación con la acidez les aseguro que no es lo mismo).

 Si sentís un fuego que te recorre la garganta, la lengua y la boca… ¡si sentís que te salen llamas! Tu cuerpo no está pidiendo placer sexual sino que dejes de intoxicarte, ¡ya!

            Me concentro precisamente en las harinas, porque están en todo sitio. Parece que los ojos se detienen en las panaderías, en cada tipo de pan, en cada bizcochito, torta, tarta, y después lo clasifican como el sentimiento más puro y extraordinario…

            No tenes mariposas, no tenes rosas, ni magia, ¡ni arcoíris! Solo una pasta asquerosa; resultado de las cuatro medialunas que te comiste.

 Probablemente después de esta descripción te agarre hambre… (Para que no sean estafados les aviso que mi hermano tiene una panadería y hace descuentos).

            ¿En dónde estábamos? ¡Ah!, ¡sí! Me harté de las frases formuladas, melosas y acarameladas, quieren que te conviertas en una babosa, apegándote a cada cosa cursi y dramática que instalan.

— ¡Ay que tierno!

— ¡Es precioso!

            No importa que sea un objeto y no tenga vida, lo gritan:

— ¡Ay! ¡Qué mimoso!

            Resulta que todavía no aprendió a moverse, están utilizando al pobre oso, ¡están explotando su imagen! Comercializándola para que tu noviecita logre regalarte ese peluche.

El peluche no habla, porque si hablara te diría unas cuantas verdades que no pudiste comprobar…

            Desde la búsqueda de una familia tipo, hasta la idealización de la afectividad, y las canciones románticas que no paran de sonar, ¡basta!

— ¡Te amo, te amo…!

            Lo usan en todas las letras, ya se vuelve un recurso agotado, tanto que riman “te amo” con “asno” para que la cosa suene buena.

Hoy en día no sabes cuándo es verdad o cuándo es mentira. Puede que sea un conjunto de sensaciones, un cúmulo de adrenalina rogando que reacciones, ¡que enloquezcas! Que reconozcas tus cinco sentidos y los obedezcas.

No hay espacio para sinceridades, ¡no hay espacio para la transparencia! Únicamente para una diversión constante, el placer tomando la forma del objetivo primordial; deseos satisfechos, caprichos consentidos, ¡risas! Es posible que el aburrimiento lleve a dar falsas caricias…    

            ¿A quién demonios se le pudo ocurrir que las mariposas se instalen en uno de los tejidos más grasosos? (Donde se acumulan, mayormente, todas las calorías).

 ¿Quién querría utilizar a la panza como una estadía? Las mariposas no son tan tontas van volando altivas, ligeras, despreocupadas y felices sin encarcelarse en ningún sentimiento dependiente, que nubla tu coherencia tu soberanía, tu libertad y… bueno… quizás estoy exagerando un poco.

            El punto es que se trata de eso: falta de azúcar, boletas altas y exceso de harinas.

            Voy a ser muy claro, hasta podría dedicarme a dar cursos incentivos de: “cómo tener los pies sobre la tierra”.

            Te vas a dar cuenta si estás o estuviste enamorado, porque te deja el corazón en peores condiciones que habiendo padecido un infarto… ¡cuidado! Con eso del amor no se jode.

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