Sé que a todos les sucede el inconveniente de la tapita, sin embargo la siguiente problemática afecta a un porcentaje minoritario, por eso mismo la tapita me condujo a hablar de números, y de la poca democracia que existe en un porcentaje casi excluyente, que para evaluarse solo acepta como respuesta la sucesiva frase: “tengo problemas con la tapita”. Y ahí los tarados calculan que solo un %5, entre ellos usted que está leyendo, y yo que estoy escribiendo, ha descubierto la existencia de una insignificante tapita, acurrucada bajo el manto monárquico de una librería. Únicamente de forma oculta y clandestina la sociedad manifiesta un síntoma general, porque el siguiente punto a combatir es que todos deciden negarlo. “No, yo soy una persona seria y formal, no tengo problemas con ninguna tapita”. Mientras coleccionan ciento cincuenta tapitas debajo de la cama, entre los cajones y las repisas.
La problemática de la tapita se divide en tres partes que podrían conducirme a escribir tres libros diferentes.
1) No poder cerrar la tapita.
2) No encontrar la tapita.
3) Ignorar que dicho objeto lleva tapita, o si hablamos de pulsiones destructivas: morder, quemar, y hasta incluso tragarse la tapita.
El hecho anterior (muerte de mi tía por atragantamiento) me llevó a visibilizar la situación “tapita” y escribir esto.
¿Por cuál quieren comenzar? Como todavía no edité ninguno de estos libros, vamos a ir por el que se me cante. Empecemos por el dos: “no encontrar la tapita”, me sucede todos los días, resulta que la tapita; detalle de algo, cereza del postre, plus que suma y es eficiente, construye la estructura de otra cosa, una tapita nunca podría sostenerse por sí sola. La única función y existencia de una tapita es estar, por ejemplo, pegada a la lapicera, por atrás, o por delante, ¡por dónde quieran!, Es necesario entender la utilidad de las cosas.
Para depender de otra estructura más “funcional”, la tapita, normalmente blanca para los racistas, ha de perderse de la atención humana, total la que escribe es la birome, (azul para los idealistas), ¿por qué las cosas deberían llevar una tapita que tiene apariencia de cabeza malograda?, símbolo del racionalismo decadente que nos condiciona y nos dice “tapa las cosas”, entiendo esta faceta de ”rebeldía” por la que pasaran todos aquellos que no saben dónde carajo la pusieron, ¿dónde carajo pusieron la tapita?, ¿dónde? Y por favor no malinterpreten mi autoayuda… Abandonada entre los suelos de las casas, pisadas, arrastradas, gracias a la indiferencia en algunos casos, y en otros casos estas tapitas se encuentran porque la gente afectada es muy problemática, no ordena, no limpia, y no escribe.
Se quedan una hora mirando la punta de una birome, como si todo el resto no importase. Mis queridos pacientes, mis queridos compañeros de trastornos, juegos, y boludeces, no saben cómo sentir la lapicera. ¡Tienen manos de manteca! No la abrazan con pasión, no la conducen con un impulso inconsciente capaz de hacer que la lapicera se transforme en un gran marcador. Solamente se dedican a hacer tonterías con la tapita: chuparla, olerla, tirársela al gato y luego perderla de vista.
Los trastornados estos, que a veces se parecen a mí, han creído que la autoayuda implica un trato formal, reflexivo y tranquilo, todo menos honesto. Mi autoayuda, la autoayuda que encontrarán en mis libros será despiadada, porque no quiero hablarles de lógica, ni de complejos raros, quiero hablarles de sus relaciones con las tapitas de todo el barrio.
Como verán, el gobierno de cada nación se encarga de repartir tapitas a cada ser humano. Conforme con ello, nos damos cuenta que acumulamos útiles para quien sabe qué cosa.
Mis otros dos libros tratarán de cómo cerrar la tapita, lo cual merece una preparación académica, y por último, admitir la existencia de la tapita. La actividad sería: buscar una tapita de tu casa que esté en una birome, si logras encontrarla cumplí con la siguiente meta: ¿cuántas veces utilizaste esa birome?, si fueron menos de doscientas tendrías que empezar a escribir más, hasta el punto de gastar la birome y no coleccionarla como un objeto inservible debajo de la cama. Ahora que todos tienen sus tapitas en los lugares correspondientes, háblenme de sus vidas. ¿Alguna vez le dieron importancia a algo completamente intrascendente? He aquí el verdadero significado de la “situación tapita”, chequeen esto y consíganse un analista, (yo escribo cuentos, otros pintan).