Que lindo estado me acompaña tras la ventana,
lastima que no estabas
cuando planeaba
las mini muertes.
Con las lágrimas pesadas
sobre mis huellas borradas,
al fin truena como mi alma quiso quebrar.
Mucho mejor que el verano
y el incomprendido sol
que tantas tristezas me renació.
Si sobrevives al verano
nada puede matarte.
Así que ahora escucha
los constantes, reconfortantes
lagrimas intensas del mar
bajar pesadamente en el barro
donde lloré mis muertes,
que no lloré.
La deprimente pared de mi
cama, no pudo resistir
el embate de ese llanto,
y riega levemente,
un camino recto del techo
hasta el suelo.
Así me pregunto yo,
Bajo qué pretexto
resistí los embates de este
mundo, y seguí,
a pesar del dolor inmenso,
y el caótico natural
de su falta de motivos.
No puede esta noche
enseñarme a llorar.
Pero un día,
tienen que filtrarse
las gotas del temporal
en las paredes de este árbol seco sin claveles,
refugio de vigentes miedos de sangrientos veranos huérfanos.
Que lindo regalo cuando sonriés
Cuando llueves,
Para mí.