Me conociste en partes, así como lo estás leyendo.
Conociste sólo un fragmento, una pieza de este rompecabezas que de a poco se va completando.
Porque quizá nunca esté completa del todo, y tal vez nadie lo esté. Pero cada vez estoy un poco más cerca de conocerme, de saber lo que mi corazón anhela.
Conociste un fantasma, alguien que se escondía en las sombras.
Una muñeca creada para gustar, para complacer.
Un manual del buen carácter, alguien que convenía siempre tener cerca.
Una golondrina que prefería dejar de cantar con tal de permanecer en su manada, porque la soledad le daba terror.
Y volar tantos kilómetros sin su tribu le parecía imposible.
Pero ese fantasma de a poco fue resucitando, y su cuerpo se llenó de carne y huesos.
Su mente entró en contacto con su alma, y se llenó de ilusiones, metas y sueños.
A la golondrina dejó de importarle tanto el volar sola, se convirtió en un colibrí lleno de esperanza, volando en busca de las mejores flores.
A la paloma dejaron de agradarle las migajas, se volvió mucho más selectiva.
Sabía que tenía un nido que alimentar, el nido de su corazón, al que sabe que siempre puede volver.
Y no puede nutrirlo con cualquier cosa. Porque el precio a pagar puede ser muy alto.
Sabe que sólo tiene una vida en este cuerpo, y quiere vivirla al máximo.
Y entre tantos vaivenes que la vida nos da, de golpe te asomas por la ventana de mi existencia.
Y me recuerdas a todos esos fragmentos que conociste, y que el tiempo y mi camino ayudaron a enlazar.
Y me da pánico volver a eso, volver a sentirme tan destruida. Y me abrazo las rodillas como una niña que acaba de caer de su bicicleta.
Y te rechazo, y me escondo en mi barrera protectora, porque no quiero volver a sufrir.
Aunque en el fondo sé que tu intención nunca es lastimarme. Sólo pasabas a asegurarte de que todo estuviera bien.
Te conocí por poco tiempo, pero creo que te conocí demasiado.
Al igual que yo, nunca fuiste malo. Sólo estabas fragmentado también.
Y de golpe escucho a mi corazón, que me dice que estoy a salvo.
Que ya aprendí, que ya no volveré a tropezar con la misma piedra. Tal vez tropiece con una piedra distinta.
Con otro tamaño, otro color, otra textura. U otro rostro, si hablamos de términos humanos.
Pero que sólo será con el fin de seguir aprendiendo, evolucionando. Para acercarme un poco más a mi versión más auténtica.
Porque completa no voy a estar nunca, ya lo entendí. Es en vano caminar tras la perfección. Para mí es utópico, una fuente de presión extra que en verdad no necesito.
Y la verdad es que ya soy otra, y esta otra persona ve la vida de otra manera.
Y por eso, agradezco tu visita, y la tomo como algo necesario para preguntarme algunas cosas:
¿De verdad quiero ésto? ¿No entrené duro a mi espíritu para creer que merezco algo mejor?
¿No amerita compartir mi recorrido con alguien que también busque completarse? Ser compañeros en este viaje eterno de la vida.
Me conociste en partes, y existe una alta chance de que esta nueva versión de mí te asuste. Pero estoy dispuesta a perder lo que sea, menos a mi esencia. No de nuevo. Eso ya lo aprendí.
Voy a pagar el precio de dejar salir el brillo que vive en mí. Hoy y siempre.
Pero…
…Tal vez te gusta, y tal vez estoy coincidiendo con una nueva versión tuya también.
Tal vez también estés buscando completarte,
tal vez también quieras brillar tan fuerte, que el mundo tenga que mirar para otro lado.
Tal vez también quieras amar sin juicios, paredes ni fronteras.
Tal vez también quieras caminar sin cadenas.
Y si ese es el caso, te invito a que me lo digas,
y que compartamos este sendero juntos,
cada uno hacia su cima,
sus sueños,
sus metas,
pero con los corazones reparados al fin, cansados de latir tan fuerte.