Me parece útil poner recetas que casi todo el mundo cree saber hacer, porque resulta que esa creencia, como muchas creencias, suele ser falsa y a una le toca a veces comer cada porquería que ni te cuento.
Lo primero será hacer tallarines caseros, receta no tan sencilla como parece y con muchas variaciones posibles, pero que resolveremos aquí sucintamente. Se mezclan y se amasa hasta que quede homogéneo 500 gr de harina de trigo con 5 huevos frescos enteros y una cucharadita de sal fina (esto alcanzará para 4 personas). Ni agua ni aceite ni nada parecido, ni nada más. Una vez hecho el bollo se estira la masa con un palote hasta que quede más o menos de 1 mm de espesor, dándole una forma medio rectangular.
Se corta en dos la masa estirada para manejarla más fácilmente, se deja orear durante 10 minutos y luego cada segmento se enrolla suavemente y se corta transversalmente con un cuchillo, estableciendo el ancho del tallarín a gusto. A mi me gustan anchos, de 1 o 1,3 cm. Se dejan orear nuevamente los tallarines durante 5 min y se meten en abundante agua hirviendo con sal. Se sacan al dente, esto llevará aproximadamente 4 minutos de hervor.
Como se ve en la imagen que ilustra esta receta, pueden utilizarse distintos tipos de pasta. En tal caso se recomiendan los penne rigati y los moñitos medianos.
Hay muchas maneras de hacer pesto (tradicionalmente, por ejemplo, se utilizan piñones tostados) pero les voy a dar una fórmula más o menos común, para la cantidad de tallarines que preparamos.
Se meten en un bowl de loza o cerámica: 2 puñados grandes de hojas de albahaca medio picadas, medio puñado de perejil medio picado, 6 ajos picados, 2 puñados grandes de nueces picadas, ralladura de la cáscara de 1 limón, una cucharadita de sal fina, media de pimienta negra molida, y ¾ de taza de aceite de oliva. Se mezcla todo y, en lo posible, se deja reposar a temperatura ambiente de un día para el otro.
El pesto se sirve a temperatura ambiente sobre los tallarines calientes, de manera individual en cada plato. Se le puede agregar queso de rallar, pero mejor no. Se acompaña con pan francés y vino tinto, por supesto.