Como la carne picada es cara, y la papa es bastante cara también, vamos hacer algo así como un pastel de papa pero sin papa y sin carne de vaca.
Para el relleno, señora, corta en pedacitos chiquitos media pechuga de pollo y una pata muslo, deshuesados. Después los saltea en un wok y, cuando están medio dorados los cachitos de pollo les agrega: dos puñados de hongos de pino fileteados frescos que cosechó usted misma en Sierra de La Ventana, un puñado de aceitunas verdes que preparó usted misma en salmuera descarozadas y fileteadas, 3 ajos frescos picados medio grueso, un buen pedazo de morrón rojo (opcional, porque es caro) cocido en la hornalla y cortado en cuadraditos, y dos puñados grandes de puerro picado pero no mucho.
Este relleno se condimenta con: salsa de soja, granos de pimienta negra y de comino molidos en el mortero, jugo de media naranja y dos cucharaditas de mostaza, y se cocina todo junto durante 10 minutos más para que el pollo y la verdura queden a punto.
En una fuente para horno linda y alta mete: una capa de 2,5 cm de puré de zapallo previamente cocido al horno (jamás hervido), una capa de 2 cm del relleno que recién hizo y que ya se enfrió, otra capa de puré, otra de relleno y otra de puré. Por ahí abajo, medio escondidas, puede meter algunas mitades de huevo duro, pero no muchas.
Después agarra la fuente y la mete en un horno a buena temperatura durante 15 minutos y ya está.
Se sirve con un chorrito de aceite de oliva por arriba (opcional, porque también es caro) y perejil fresco picado. Nada de ponerle queso o paleta, que son esas cosas que los argentinos le ponen a todo porque creen que queda bien y se equivocan feo.
Puede acompañar con una ensalada de achicoria, de esa que crece salvajemente en el patio de su abuela.
Besis