Me gusta el fuego, ese que descubrimos en el pasado atrás vez el roce de las piedras, creando chispas para lograr a las ansiadas llamas, al que tratamos de domesticar; aquel que da calor, pero que si tratamos de sostener y se va de nuestras manos causa caoz.
no diría que al punto de la destrucción provocada,pero si como para mirarlo durante minutos,u horas.
Ver como se expande, consumiendo todo a su paso. Buscando de donde alimentarse, para que sus llamas aumenten y así poder crecer y seguir destruyendo su alrededor, con una magnífica y danzante ferocidad.
Que el viento intente apagarlo y que esto solo lo aliente más.
Aquella cosa atractiva,que te hipnotiza con su diversidad de tonos. las llamas que tratan de llegar al cielo,esas que se mueven con el viento, son anaranjadas; si apartir de ahí vamos bajando,recorriendo su silueta imprecisa,vemos al lila de sus bajos intentando mezclarse con los más elevados
Y cuando ya no se precisa más su compañía…su vivencia,
Lo apagamos,viendo hasta la última llama desaparecer,dejando solo rastros de ceniza.
Hasta que empezamos a extrañar sus danzas,sus esfuerzos por vivir y su calor. Ahí es cuando este resucita en nuestras manos, y mientras nosotros,desesperados tratamos de controlarlo, este con su fuerte vigor,trata de arrazar.
Bianca Bandres.