Me asomé a la ventana.
Observé con anticipación cómo la nieve caía con fuerza,
tiñendo todo a su paso de blanco.
A la par,
el mar muerto navegó en mi rostro.
Busque a mi lado,
sentir tu calor ,
pero todo se convirtió
en un vago atisbo de tristeza.
Y para ser honesta,
no necesitaba un gran recuerdo,
para ser consciente de tu ausencia.