A los argentinos y argentinas que no conozco en general, a las personas que amo en particular
Soy argentina. Nací en la provincia de Buenos Aires, Capital Federal, para ser precisa. En el hospital público Zubizarreta, barrio Villa Devoto, para ser exacta.
No me considero una persona patriótica. No sé muchas de las canciones que se cantan en días importantes. Me aburren los desfiles militares. Aborrezco los protocolos que censuran la postura natural de los cuerpos. Tal vez, no soy patriótica en el sentido que esperan que lo sea.
Pensaba entonces: ¿qué me une a esta tierra y por qué?
En primer lugar, me une lo evidente. Esta tierra albergó a mi abuela extranjera, a mi madre y a mis tías que crecieron y recorrieron las mismas calles que yo. Por herencia me gustan las mesas familiares largas, los domingos de asado, el truco, la cumbia, las empanadas, algún partido de fútbol de fondo. La patria puede ser eso también: la suma de tradiciones del querer que se solapan con las que se adquieren.
En segundo lugar, me une lo histórico. Un pedazo de tierra que ha sufrido tanto sólo puede sostenerse con cariño, esperanza y fe. Miro al cielo y pienso en nuestra bandera, pero no como símbolo patrio o como elemento ceremonial, sino como presentificación, es decir, como imagen viva. Soy argentina. Como las abuelas y madres de Plaza de Mayo, como los estudiantes del Cordobazo, como Ernesto Guevara, como Rene Favaloro, como Juana Manso, como Antonio Berni, como Juan Gelman, como Irene Gruss, como Roberto Juarroz. La patria puede ser eso también: respetar y admirar profunda pero humildemente lo que las personas de tu país han hecho con él.
En tercer y último lugar, me une lo sentimental. La calle Manuel Estrada me vio reír con mis amigas. Avenida Corrientes me vio enamorada y contenta por tener ese libro de las librerías de usados comprado a un precio insólito. El Parque Rivadavia escuchó conversaciones absurdas. Los cafés notables, el subte, los colectivos, las manifestaciones, Avenida de Mayo cortada, el cementerio de Chacarita, las lucecitas, las calles empedradas. El mundial y la alegría en las calles. La patria puede y es también eso: las veces que me amaron y amé, las veces que reí, las veces que me cuidaron y cuidé, las veces que lo intenté y fallé.
Amo a mi país porque en él estás vos.