Ahí estaba ella, justo delante de él. Era la chica de sus sueños: dulce, inteligente, compañera y sumamente hermosa. Al sonreír se le hacían esos hoyuelos en las mejillas que a él le encantaban, y tenía un lunar entre los muslos que podía llevarlo a la locura. Ella era todo lo que buscaba, solo que no lo sabía.
En la mesa alta del bar, junto a la pared decorada con cuadros y formas geométricas, sostenía en su mano la taza de café a medio tomar. A un costado, sobre un pequeño plato y a medio comer, el tostado de jamón y queso. Mientras tanto, que hacía «click» de manera incesante. Si tan solo hubiese levantado la vista, o hubiese dejado de ver la pantalla de su computadora (leyendo quién sabe qué). Si por solo un segundo hubiese dejado de percibir el aroma a café proveniente de la taza que sostenía frente a su nariz, justo antes de posar sus labios en el borde para sorber el placer hecho infusión, quizás hubiese notado el perfume dulce y embriagador proveniente de la mesa a unos metros por delante de la suya.
Hubiese visto el rostro del ángel que le hubiese robado el sueño por noches enteras. Con quién le hubiese gustado compartir su libro favorito y, quizás, hasta la hubiese llevado a hacer ese viaje que nunca quiso hacer solo.
Sentada en su mesa favorita del bar, mientras aguardaba el licuado de ananá y durazno que le había pedido al mozo de siempre. Mientras que le enviaba mensajes de audio a su mejor amiga, contándole cómo había caído en la trampa de aquél chico guapo que había conocido por las redes sociales, y que ahora lamentaba haberlo hecho. Acomodaba su cabello negro detrás de la oreja y se ofuscaba porque -quién estaba al otro lado del teléfono- había tenido razón desde el principio. Justo delante de ella, se encontraba quien hubiera sido la razón de sus desvelos.
Era alto, atractivo, dulce, atento y considerado. Hablaba lento y pausado, y en el momento del amor, le susurraba al oído las palabras que la llevaban al momento máximo de la pasión. Sabía todos sus gustos y preferencias porque siempre había prestado suma atención a los detalles.
Él era el hombre de sus sueños, pero no lo sabía. Si tan solo hubiese dejado a un lado su celular. Si por un momento hubiese dejado de hablar de cómo la habían engañado se hubiera percatado de aquellos ojos pardos, de su sonrisa encantadora o de cómo él movía sus manos al hablar. De su perfume o de sus besos con sabor a menta por la mañana.
Estaban justo uno frente al otro en el mismo bar. Se amaban con locura, pero ninguno lo sabía.
Al terminar su café y su tostado, cuando por fin dejó de leer quién sabe qué en la pantalla de la computadora, tomó su billetera y sacó un billete del interior. Lo dejó debajo del plato con las migas de lo que había sido un sandwich tostado. Guardó las cosas en su bolso, pero antes de salir del bar, tomó su celular y revisó los mensajes caminando hacia la puerta.
Al cruzar el umbral, no se percató de la hermosa chica de cabello largo y negro que vestía una blusa azul a lunares blancos, y que, si le hubiese preguntado si quería salir con él esa misma noche, sería el principio de su vida entera.
Mientras revolvía el licuado con el sorbete con su mirada puesta en las lámparas suspendidas sobre las mesas del bar, siguió con su queja acerca de ese supuesto amor que no había sido tal. Aquellos ojos pardos y labios con sabor a menta caminaban hacia la salida para nunca más volver. El que pudo haber sido el motivo de sus desvelos se iba delante de sus ojos pero ella nunca lo vio.
Es irónico cómo pueden darse las cosas en la vida. Cómo pudieron haber cambiado sus situaciones si tan solo hubiesen dejado a un lado aquello que les robaba el tiempo y por un instante se hubiesen encontrado sus miradas.
Ella volvería a su bar favorito por su licuado ¿Pero él volvería? Quizás. Si el sabor del café que había disfrutado hace un momento volviera a sus labios alguna vez.
Escritora nacida en la primavera del 83′
Autora de «Margarita» publicado en 2021
Transitando el profesorado de Lengua y Literatura en el instituto Julio César Avanza de Bahía Blanca.
Escribir es la llave de mi libertad.