Hay algo en las tradiciones que nos mantiene atados al presente. Como si respetar y repetir lo que hicieron nuestros antepasados fuera una regla obligada del Juego de la Vida. Avanzamos 1 casilla con las decisiones propias pero retrocedemos 4 cada vez que nos aferramos a las ajenas.
Si tiro los dados y cierro apretados los ojos, ¿podrá ser que salgan 2 seis? Si hago una cuevita con las manos y soplo adentro y me paro del lado derecho de la puerta para tirar, ¿tendré mejor suerte?
En el truco tengo que juntar puntos y en la conga gana quién menos junta. Es momento de aprender que no puedo controlar qué mano me toca, pero siempre puedo cambiar de juego.
Hago cosas. Acá escribo.