Te llevé en mis brazos,

como a un universo dormido,

envuelta por los labios de la noche,

mientras soñabas callada

todos los jazmines de la infancia.

 

No volverás a olerlos,

la reina de la noche se los llevó,

a aquellos rincones oscuros y baldíos,

donde Orfeo no puede retornar.

 

Fuiste de todos y de nadie,

hermosa como las mañanas rosadas

en que la diosa acaricia con sus dedos

las nubes por los vientos pintadas.