la única verdad es
que me caigo a pedazos.
las noches son largas,
el silencio es inquieto, intermitente
la soledad infinita, tanto como la oscuridad.
las sombras en las paredes me confiesan
todos mis males, todas mis falencias.
quisiera escuchar su dulce voz
para dejar de sentir frío
en plena primavera desajustada.
me atormenta el pensamiento
de «mañana».
el inflado,
salvaje
mañana.
doy unas brazadas poco efectivas
unos manotazos débiles
para pedir auxilio.
me siento consumida
por estos pilares de hojas.
«capaz mañana sea todo mejor pienso»
pero la fiera llega el domingo
el apocalipsis es a las 8.
«si el mundo sigue existiendo el lunes…» me sugieren en clase.
el sol brilla, arde en el patio.
las hormigas me trepan las piernas
y se comen todos mis pedazos.
«mi existencia sirve de algo» pienso.
me corrijo en el aire:
«mi devastación, mejor dicho»
las hojas se me vienen encima,
las hormigas ya me comen la yugular
pero por alguna razón aún me duele
un corazón que ya no existe.
hay carteles por todos lados que anuncian
que el mundo se acaba el lunes.
qué sentido tendrá entonces reparar
en todas estás frustraciones,
en todas estás lágrimas
si todas mis dolencias son igual de insignificantes que la existencia misma?.
la noche cae tan rápida
día a día.
las sombras se vuelven más densas que la noche pasada.
las hormigas me han devuelto.
por alguna razón
todos los días rechazan mi cuerpo.
qué más da?.
me paralizó en la cama
anhelo escuchar una voz perdida que me daba un consuelo vago por las noches.
quisiera poder respirar, moverme de alguna forma o arrastrarme por el suelo.
las noches son muy largas, los días muy cortos
pero el martirio es constante.
se me cae el centenar de hojas en la cabeza
los titulares son dagas en el pecho
la incertidumbre se transforma
en lágrima.
no hay nada en mis manos que pueda cambiar un 30% de estupidez humana.
mi fin no llega y es lo que más anhelo.
igual el mundo se termina el lunes.