Siempre vuelve a mi cabeza este pensamiento.
Parece que no puedo librarme.
Cuando todo se pone mal, cuando el mundo es denso y oscuro, se abre esta chirriante y desgastada puerta.
De una madera podrida, astillada y asquerosa. Se abre como una posibilidad.
Me suelo parar muy cerca y observo el abismo que ella delata.
Miro hacía atrás, porque quizás
y solo quizás
valga la pena dar un paso hacía atrás
y quedarme para intentar
que el mundo no sea tan gris.
Pero no puedo.
No puedo librarme de la idea
de lanzarme por el abismo que me ofrece aquella puerta.
Siento que haga lo que haga,
voy a dar un paso en falso
y va a dar igual.
Todo escenario, es simplemente devastador. Me quedo a intentar que el mundo no me duela tanto o me aventuro en la inmensa oscuridad.
Mi mamá dice que es de cobardes.
Yo no creo que sea para nada de cobardes porque
es un acto de total valentía
mirar la infinita oscuridad
y no dudar ni un instante
en saltar.
Siempre vuelve a mi ese pensamiento:
saltar.
La puerta de ha abierto una vez más ante mí, después de tanto tiempo. Está sobre la mesa la posibilidad de saltar.
Qué debo hacer?