El censo del INDEC contó las personas que están solas. En una cuadra hay soledad como para hacer dulce. Primera pregunta a ser investigada: si la gente no quisiera estar sola, y hay tanta gente en el mundo que está sola, ¿por qué no hay acuerdos para que esa gente ya no esté sola?. Poca tolerancia a lo que no cierra de la otra persona: si en las dos primeras salidas no se acomoda a mi esquema, prefiero hacerme los mates por mi cuenta y pedir menos cantidad de facturas en la panadería.
-¿No te gustaría tener alguien con quien compartir?.
-No, no me rompas las pelotas, o la vagina.
– Bueno, decía nada más.
Sí me gustaría, a todo el mundo le gustaría. De la boca para afuera digo que no, como para mostrarme fuerte en mis decisiones. Decisiones que en este caso tengo que tomar porque no sé cómo mierda se hace para estar bien con alguien.
La revolución de los gimnasios para gente de cuarenta recién separada, con un manto de color flúo en el pecho y zapatillas Salomon. Todos transpirando a la par. Las calzas hablan.
-Te vas de viaje?
-No, decía nomás por el bulto.
Litros de transpiración por día por gimnasio. Baldes que se tiran a la vereda al anochecer. Gotas que ya no caen sobre las sábanas.
Encuentros literarios para mayores de 50. Regodeo en la tristeza. Eros por acá casi nunca anda, se aburre y se va un rato al gimnasio a hacer bíceps.
Tomar la distorsión y devolverla multiplicada