El camino a la sabiduría, inicia al preguntarse por las causas y los efectos.

Preguntarse por las causas, es buscar el conocimiento de lo que está detrás, o en el origen de los efectos. 

Los efectos son asimismo un conocimiento, qué es aprehendido por  los sentidos. No son un conocimiento abstracto, son la captación de la inmediata percepción.

Los efectos, pueden constituirse en una nueva causa para otros efectos. Son una causa menor, porque hay conocimiento de distinto valor y distinto nivel. Y así hay causas y efectos de todo valor y de todo nivel.

Pero como nuestro objetivo es perseguir la sabiduría, conviene analizar la realidad como un evento de dos pasos: causa – efecto, si queremos atrapar un concepto donde apoyarnos para analizar posteriormente la realidad en toda su complejidad. 

El concepto que vale para todas las realidades que uno quiera comprender.

Por ejemplo: si vemos caer un árbol en la tormenta; nos enteramos por medio de los ojos de tal acontecimiento. Pero ese no es un conocimiento total, sino una información sensorial que nos señala un fenómeno en curso, y de él podemos comentar varias cosas; cómo cayó, si fue estruendoso, si se partió al medio. Etc. Pero no sabemos las causas. Solo conocemos el efecto; el hecho puro y singular que solo puede contemplarse una vez.

Las causas, cuando las averigüemos, nos darán un conocimiento real. Y este conocimiento, no será únicamente referido a ese árbol, podrá enseñarnos qué cosas suceden en ciertas condiciones. Será un conocimiento trasmisible, que puede valer para todos los árboles en todas las tormentas. Será por lo tanto; abstracto, y podrá compartirse sin necesidad de ver concretamente; caer el árbol. 

Es ésta capacidad de la mente humana de trasmitir y comprender un pensamiento abstracto y saber que es real, aún cuando no veamos su manifestación concreta; la clave de toda la evolución.

Al ver un árbol caer en otra tormenta, no sólo podremos comentar el hecho, podremos además adelantar una opinión sobre qué pudo causar su caída y especular dos o tres causas probables alrededor del evento. No sólo sabremos que los árboles caen, sino que podremos explicar por qué lo hacen. Conocemos el efecto y también la causa.

La pregunta que empieza con un “porque”, es una pregunta por las causas. 

A renglón seguido de la observación de aquello que nos llamó la atención, que despertó nuestra curiosidad, preguntar “Porque” nos señala que hay cosas que nos interesa saber. Queremos indagar, porque hay un efecto que estamos observando y queremos conocer las causas. Queremos saber Porque…

De entre todas las causas, la Filosofía pretende indagar sobre la primera, y esta es: 

¿Por qué ES todo esto? 

Cuando decimos “todo”, lo decimos de aquello que podemos pensar, imaginar y observar. Es el Universo en su totalidad. Y cuando decimos: ¿Porqué Es? Entramos decididamente al asunto que atraviesa nuestro ser como especie, nuestra existencia y nuestra historia.

Si preguntamos: ¿qué es todo esto? Nos podemos responder sin dudas : El Universo. 

Pero como en el caso del árbol que derriba la tormenta, esa respuesta no nos conduce a una gran sabiduría. Conocemos la respuesta, nuestros sentidos la han percibido, la damos y queda terminada la discusión. 

¿Qué es todo esto? Pues: el Universo, el Cosmos, la totalidad de cuanto existe. Sabemos qué es. Y de esta respuesta podemos sacar otras conclusiones: 

a. Es más fácil, más directo y natural saber que es Todo, que saber cuántas son las partes. 

b. Se nos hace más familiar entender lo Universal, que entender las singularidades. 

Y así podemos ir desgranado consecuencias de ese simple saber, hasta llenarnos de definiciones sobre aquella primera cuestión.

El gran problema radica cuando queremos pasar de saber “qué es todo esto”, a responder la pregunta: ¿por qué Es todo esto? 

Y la clave de este gran interrogante está en esa minúscula palabra de dos letras: “Es» 

Al preguntarnos ¿Por qué Es todo esto? No nos preguntamos: cómo es, para qué es, qué cosa es. Nos preguntamos por qué ha venido a Ser… 

Y así como vimos caer un árbol, y quisimos indagar por qué cayó en lugar de quedarse parado, corresponde aquí preguntarse ¿porque existe el Universo?, ¿porque existen las cosas en lugar de no existir?. ¿Por qué razón han venido a Ser, en lugar de no haber sido nunca…?

Resumiendo: ¿Porque hay Todo en lugar de Nada?

El trabajo de la filosofía especulativa es definir el concepto del Ser. 

El Ser inmediato, sin determinación. El puro Ser que se desparrama en el Universo. Lo que hace ser.

El Puro Ser, será razón, verdad, pensamiento, motor inmóvil, revelación, causa de la existencia, y  miles de cosas más. Pero si no ha de tener la experiencia de No-Ser, será lo Indefinido, lo Indeterminado, lo absoluto.

Y esto es todo lo que se ha podido establecer.

Apoyémosno en Hegel: «La Pura Nada, en su carencia de contenido, de determinación, en el pensar de su vaciedad, es ella misma un Ser invertido. En su pureza la Nada, es lo  mismo que el Ser».   Pero recibe de éste su Ser: ser la Nada

(Aquí comienza otro problema en el que por ahora, no nos conviene sumergirnos. Simplemente diré que el Puro Ser tiene en su «ser para sí» una relación con su contrario, qué es la pura nada, no como un reflejo que lo determina, porque la nada recibe su ser, no lo porta en sí misma, sino como algo excluido, desprendido del Ser-para-sí. La Nada es la diferencia del puro Ser consigo mismo. No admite un límite compartido, sino que es necesario para explicar el Devenir. Y olviden rápido este párrafo porque lo he escrito solamente para los quisquillosos conocedores del tema)

La preocupación por determinar la naturaleza del Ser nació en Grecia,.

Ellos determinaron qué cada cosa que existe «Es algo» tiene un ser y por lógica ser algo debe tener una causa que lo origina. 

A partir de preguntas inocentes como las que hacernos aquí: ¿Porque hay cosas? y ¿que las hace ser? ¿Qué es lo que da fundamento y realidad a la Existencia?, se hicieron los complejos interrogantes sobre el cambio y el movimiento. ¿Porque las cosas cambian, se generan y degeneran? Y ¿Qué efectos tiene en el mundo el movimiento, que espacio ocupa, en que parcela del tiempo se encuentra un ser, son el espacio y el tiempo dos dimensiones o partes de una, etc.?

Las respuestas que se han ido dando a estas preguntas conforman la Historia de la Filosofía. 

La Filosofía se interrogó acerca de las cosas que componen el Universo; si hay un porqué de la vida, sobre la real capacidad del ser humano para conocer y saber. Iba acumulando conocimientos al par que indagaba acerca de la manera más eficaz y correcta de pensar.

Al paso de los siglos, se fue respondiendo la pregunta por el Ser con teorías acerca de las supuestas causas. Y aun cuando no se ha llegado a saber qué es el Ser (sino que lo sustentamos y lo observamos a todo nivel), se fueron creando ciencias como la matemática, la física, la geometría, la lógica, la astronomía, la biología, y todas las que conocemos como herramientas con que la mente humana intenta develar tal misterio. Un misterio que tiene muchas respuestas posibles pero ninguna definitiva.

Como el árbol que cae, vemos por todas partes el Ser, pero no sabemos irrefutablemente de qué naturaleza es, si es originante sin ser originado. Si es la causa primera sin tener causante, y sobre todo poder definir su esencia.

A menos claro, que no nos interese saber por qué y abandonemos la búsqueda del conocimiento y aceptemos una explicación en base a la Fe. La Fe generalmente ofrece una interpretación, una cosmogonía, donde poderes sobrenaturales, e incluso seres llamados dioses son la “causa” de todo lo que existe. La Filosofía no combate tales ideas, pero es otro el camino que sigue, el camino de la demostración científica. De la observación de la causa en acción, del contacto real con las fuerzas o los fenómenos ya sean estos materiales, o intelectuales. Y en ese campo sí son maravillosas las implicancias. Fascinantes las especulaciones. Altamente verosímiles algunas interpretaciones del Ser. Todas extraídas de sus manifestaciones. Pero no ha llegado el hombre a percibir con absoluta certeza una realidad tan grande como ésta que persigue. 

 Sabemos que el absoluto existe. El Ser es absoluto, por cuanto todo lo que “es”, lo lleva como esencia de sí mismo. Hasta sería muy lógico que todo ser,  sea parte de un solo Ser

Por ahora, solo conocemos sus efectos.