Soy feliz cuando me abrazas y los monstruos se calman, 

cuando vuelve el deseo,

la vida,

las ganas 

y la muerte se marcha.

La nada desaparece, se vuelve a ocultar

y el tiempo se detiene, deviene otro.

.

Acá, en la decadencia de una historia

que retorna eternamente de diferentes modos,

el mundo es más bello,

un poco más amable

cuando tu sonrisa llega hasta mi mirada 

y tu mano acaricia mi cara.

.

El lenguaje será la casa del Ser/Sein,

-como dice Heiddegger-

pero siempre está en falta,

no alcanza,

se queda corto,

deja todo a mitad de camino 

diluye lo que trasciende,

reduce el sentido y a la vez lo crea.

.

Palabras, sólo palabras que 

alcanzan, sobran y faltan.

Falta poco para que todo comience de nuevo:

otra vez me abrazas y los monstruos se calman.

.

El gesto.