Y él se sentó,
y la esperó,
cómo cada mañana.
En aquel café,
en ese pueblito,
en esa primavera,
en ese silencio.
Pero ella no vendrá,
nadie en su mesa.
Solo el ruido,
pájaros,
transeúntes.
Solo.
Ejercicios de futilidad
Y él se sentó,
y la esperó,
cómo cada mañana.
En aquel café,
en ese pueblito,
en esa primavera,
en ese silencio.
Pero ella no vendrá,
nadie en su mesa.
Solo el ruido,
pájaros,
transeúntes.
Solo.
Ejercicios de futilidad