Se procede a describir brevemente la construcción de las casas tradicionales, llamadas yue chim, presentes en las aldeas rurales.
Los materiales utilizados para la construcción muestran la importancia del uso de los materiales locales, de los que se puede disponer fácilmente. Las casas de campo tradicionales principalmente están construidas en tapial, esto es, tierra amasada y apisonada, o en piedra. Las casas de piedra son más comunes en los dzonkhag de Trongsa, Samtse, Phuentsholing, Gasa, Trashiyangtse, Lhuentse, Mongar, Tsirang, Trashigang, Pemagatshel, Zhemgang, Sarpang y Punakha, mientras que en los demás son más comunes las casas de tapial.
La adopción de la construcción con tierra debe su popularidad prácticamente siempre a la facilidad con la que se consigue el material: debe ser una mezcla de suelo rojo y marrón, no arenosa. Si el suelo es demasiado rojo o amarillo la estructura puede agrietarse, en cuyo caso debería agregarse arena o suelo más arenoso. Según los maestros artesanos, la elección del suelo la hace un especialista en tierra apisonada, el pazop, a veces en conjunto con el carpintero, el zow. Si bien hay maestros que opinan que si hay buen suelo en el sitio de construcción la elección del mismo se hace en el momento, la mayoría considera que la selección del suelo se tiene que hacer con días, semanas, o, en ocasiones, meses de anticipación.
En cualquier caso, la recogida del material se realiza preferentemente en el lugar de la obra o en las inmediaciones, y en los casos en que el terreno provenga de zonas más remotas, puede ser necesario el transporte en camión. Cuando se recolecta en la vecindad del sitio de construcción, la tierra es transportada por todos los trabajadores involucrados, incluidos mujeres y niños.
La cantidad de suelo necesario se estima a ojo en función del volumen de obra a construir, por lo que depende de la experiencia del maestro artesano. En general, cuando el suelo en el sitio de construcción es bueno, suele alcanzar con lo que se excava para las fundaciones. Estas son de mampostería de piedra y mortero de barro, tan gruesos como el muro de tierra apisonada que va a soportar, es decir, no tienen ensanchamiento, y se colocan a unos 100 ó 120 mm de profundidad, según las características del suelo, elevándose luego unos 300 mm por encima del nivel del terreno.
Previamente a su utilización, la tierra se limpia de piedras y trozos de madera, y no se le agrega ningún refuerzo, como pueden ser fibras vegetales o de polyester, cal, cemento o mallas de acero. En cuanto a la cantidad de agua a utilizar, se considera que está bien agregarla uno o dos días antes de la construcción para mejorar la consistencia, aunque también se puede mojar el suelo una semana antes de la construcción, e incluso hay quien considera óptimo que el suelo esté mojado una semana antes de excavarlo. Para probar si la consistencia es la deseada, se presiona la tierra entre las manos y ésta debe permanecer junta, sin que suelte demasiada agua. Otro método de probar la consistencia es preparar una bola de tierra y arrojarla contra una pared: si la tierra está demasiado mojada, la pelota se queda completamente adherida a la superficie de la pared, si está demasiado seca, cae en su totalidad al suelo. El punto deseado es entonces un punto medio, en que solo queda adherida a la pared aproximadamente la mitad de la pelota, quedando el resto en el suelo.
Una vez mojada y mezclada, la tierra se puede usar inmediatamente en la construcción, aunque es común que se la deje descansar entre uno o dos días. No hay un límite para el plazo en que la tierra ya mojada deje de ser apta, siempre y cuando se la proteja del sol y se la mantenga húmeda.
La tierra que ya ha sido utilizada en construcciones previas es considerada buena, e incluso en algunos casos se considera la situación deseable.
En cuanto a los encofrados o moldes, el zow los prepara, en ocasiones con la colaboración del pazop, utilizando dos sets de moldes que pueden servir para construir de dos a cuatro casas. Ambos, zow y pazop, pueden instalar los moldes comenzando por una esquina o por una puerta, decisión que está dictada por la astrología.
Las paredes no sufren ningún tratamiento previo. Los trabajos sólo se realizan en tiempo seco: en caso de lluvia, la superficie se debe proteger. Cada capa de tierra aplicada tiene una altura de 100 a 150 mm, debido a razones técnicas: demasiada tierra dificulta la compactación, en particular de la tierra en la zona baja, lo que da como resultado un material suelto y sin ninguna resistencia, en tanto que una capa de poco espesor brinda una mala conexión con la capa inferior. La compactación es realizada por una a cuatro personas trabajando en simultáneo, dependiendo del número de trabajadores disponibles y del espesor de la capa a compactar. Así, el tiempo de compactación puede variar entre 30 minutos y una hora. El estado de compresión es comprobado por la dureza de la superficie, que al finalizar debe tener un aspecto liso y uniforme: si una gran parte del muro cae durante la remoción de los moldes, el muro debe rehacerse. Los encofrados se retiran inmediatamente después de la compactación, reparándose en seguida las fisuras, cubriéndolas con tierra de grado fino, o limo. Los orificios que conectan las tablas pueden permanecer abiertos más tiempo, para facilitar el secado de la tierra.
Entre capas sucesivas no se aplica ningún tratamiento especial más que la interposición de trozos de madera o piedra en el interior de los bloques, cada una o tres capas de compactación, para evitar el agrietamiento vertical, aunque se evita colocar estas piezas en donde se colocarán las vigas del piso para no entorpecer la colocación de estos elementos. Estas piezas de madera, aunque a veces son visibles, no cumplen nunca una función estética. Las esquinas a menudo no se refuerzan, por lo que las conexiones en las paredes son vulnerables frente a los terremotos.
Los muros pueden llegar a tener 600 ó 700 mm de espesor, sin verse reducido el mismo a medida que aumente la altura.
Las vigas del piso se apoyan, sin ningún elemento de unión externa, en los orificios realizados en las paredes una vez que se llega hasta la altura necesaria, con el suelo aún blando, para facilitar la ejecución. Es entonces colocada la viga principal, que sirve para sostener un lado de las vigas secundarias, sostenidas del otro lado por el muro. Si no hay viga principal, las vigas previamente designadas como secundarias se apoyan por ambos extremos en los muros. Luego de colocadas las vigas, los orificios son rellenados con barro. Las vigas suelen ser de pino azul, o de madera local.
Encima de las vigas se colocan placas de madera de 30 ó 40 mm de espesor, sobre las cuales se coloca una capa de barro, del mismo espesor, sobre la cual se coloca una nueva capa de placas de madera. El suelo del ático es similar, aunque puede llegar a los 200 mm de espesor y no tiene la capa superior de placas de madera. A diferencia del piso en plantas elevadas, en planta baja el suelo natural se nivela y se cubre con grava.
Los marcos de puertas y ventanas, de madera, se colocan antes o durante la construcción de los muros.
Los techos están ubicados sobre pilares de madera que descansan sobre muros construidos sobre el nivel del ático, llamados cholo. Estos techos protruyen considerablemente en todas las direcciones, para proteger los muros de las lluvias monzónicas. Si bien antes eran de tejas de madera sostenidas por piedras, hoy en día es común el uso de chapas galvanizadas, debido a la legislación de fuerte protección a los bosques, que dificulta a veces la obtención de madera, quedando esta reservada así para puertas y ventanas.
El acabado de las paredes implica el relleno de grietas con barro y también el relleno de los agujeros para conectar los encofrados con piedra y posteriormente con barro. Las esquinas rotas o pequeños huecos se rellenan con tierra, que luego se pinta con una lechada de cal. El acabado con yeso y tierra se coloca después de colocado el revestimiento o una vez que la pared está terminada y seca: en caso contrario, el yeso se puede agrietar a medida que la pared se encoge.
Las estructuras de piedra presentan sus propios desafíos, aunque también se usa piedra y mortero de barro que se puedan encontrar en los alrededores del sitio de la construcción. Las piedras se ubican en dos capas, una interior y otra exterior, unidas por motero de barro. Es necesario colocar piedras largas que unan ambas caras, para que trabajen juntas frente a los esfuerzos, así como también es importante la traba entre las piedras de las esquinas. Esto, junto con la colocación de uniones de madera, permiten que la estructura trabaje cohesivamente frente a, por ejemplo, terremotos.
Una vez terminados, los muros generalmente no se revisten.
Las fundaciones, si bien son similares que las de las construcciones de tapial, presentan algunas diferencias en cuanto a las dimensiones. Por ejemplo, la profundidad mínima que se recomienda excavar es de 1 m, y el ancho mínimo de la fundación es del doble del ancho del muro para construcciones de dos pisos, o una vez y media el ancho del muro para construcciones de una planta. Además, es preferible que las piedras de la fundación sean más grandes que las del muro.