Argentina, Provincia de Buenos Aires, Bahía Blanca, año 2041
La ciencia tenía razón. El ecologismo y sus seguidores intentaron advertirnos pero no quisimos ver. Hace diez años los mares del mundo se tornaron ácido verde, tan verde como el pastizal de las rutas argentinas que conocimos al llegar al país con Haru.
¿Vas a terminarte el cigarrillo, Fuji? – Dijo ella.
Contemplé el pastizal un rato más hasta consumirse el cigarro electrónico, ¿quién sabe cómo estará nuestro amado Japón ahora? La tecnología que atravesaba los mares continentales acercando internet nos separó completamente, las identidades aisladas en aleatorios países dependiendo qué tierra pisaste cuando todo cambió.
Regresá al auto flotador que te estás perdiendo StreamTV – Exclamó enfurecida.
A veces siento que Haru me culpa por elegir este país como destino hace diez años. Nos conocimos un año antes y el amor nos llevó a expandir nuestro negocio sustentable al otro lado del mundo. Nada es perfecto cuando das por sentadas las cosas.
Ya me aburrí de ver ese puente – Dije sin titubear.
Vamos, sabemos que es la única transmisión, también una luz – Aceptó Haru.
Para mantener vínculos políticos mundiales, se consensuó la construcción de inmensos puentes atravesando todos los mares del planeta, las potencias lograron los más seguros y otros como el de Argentina-África ganaron fama por los peligros que aguardan. Pienso en “Stream TV” en fin como el morbo de una nación transmitiendo la desventura de quienes quieren cruzar en tiempo real.
Sí, esperemos que solo una luz, yo vi mutantes vagabundos – Exclamé.
No seas tonto, ¿crees en todo lo que ves? Quizás lo retocan digitalmente. – Expresó Hari.
Haya lo que haya, los bolsos estaban armados y no estábamos en la ruta por nada. Era hora de regresar a casa. Cuando el automóvil flotante llegó al Puerto, divisamos el gigantesco y voluptuoso puente. La transmisión de “StreamTV” nos filmaba en vivo para todo el país ya, las veinticuatro horas lo hacía. Los mutantes saludaban.