Hoy hubo que levantar la clase en mitad de una explicación. Un incidente provocó el corte de tránsito y tuvimos que agarrar nuestras cosas e irnos. Los profesores a la biblioteca, los alumnos a sus pabellones. Mientras esperaba que me permitieran pasar, un preceptor que forma parte del servicio penitenciario me comenta que estuvo todo el día así. “recién trajeron a uno al que le habían partido la cabeza. Temprano uno se cortó las venas. A la tarde acuchillaron a otro. No sé qué pasa esta semana, están todos locos.”

            Recordé una escena que viví en mis primeros días dentro del penal: Cruzo la puerta en medio de una discusión entre un hombre preso y un guardia. El preso parecía bravo, hablaba fuerte con la voz gastada, pero a pesar de la actitud se notaba su angustia. El guardia permanecía impasible. El interno enojado dice:

− Avíseme si esto es así. Si la cosa no cambia avíseme ahora y lo arreglo todo con una corbata en mi celda.

− Usted ya es grande. Sabe lo que hace.

            La contestación me pareció brutal en aquel momento. Ahora habla el preceptor contando lo sucedido durante el día y me asombro de escuchar todo con total tranquilidad.

            Oí hace un tiempo un chiste negro entre dos guardias. No se percataron de que estaba porque me encontraba del otro lado del chapón esperando a que me abrieran. Al verme el mayor de ellos me comentó “sabe lo que pasa, que acá la tensión es tan grande que si no nos hacemos chistes la cabeza no se lo aguanta, sabe’”

            Me parece lógico. Un mecanismo de defensa.

Pienso que lo de hoy no me afecta.

Escucho en la hora institucional que un interno se prendió fuego y se pasó de rosca. Se cortan las venas o se prenden fuego para llamar la atención sobre un reclamo que no es escuchado por las autoridades. En este caso no pudo apagarse y murió

Eso me sigue afectando mucho. En la cárcel todos los cuerpos están atravesados por la violencia. Siempre. Desde la privación de la libertad en adelante todo es violencia. Los reclamos sobre derechos se realizan ejerciendo violencia sobre sus propios cuerpos.

Imagino que en algún momento lo naturalizaré mediante algún mecanismo de defensa.

De a poco me estoy institucionalizando.