A las llamadas Escuelas de frontera llegan alumnos alejados del sistema educativo tradicional. Ese alejamiento no solo es literal, geográfico. Trabajo, pobreza, embarazo adolescente, sobreedad, etc. provocan muchas veces el abandono de los estudiantes de la modalidad tradicional de educación.
Cuando quienes abandonaron la escolaridad vuelven al sistema, generalmente se incorporan a las escuelas de frontera: escuelas de adultos, cursos multiedad, propuestas flexibles, etc.
Las escuelas de frontera, geográficamente hablando, funcionan de manera diferente a las de las ciudades, adaptándose a las particularidades de su locación. Las escuelas de frontera pensadas en sentido simbólico también funcionan de manera diferente.
Generalmente tiende a considerarse a las escuelas que funcionan en una cárcel como escuelas de frontera. No estoy de acuerdo. Creo que estas instituciones están afuera de esta definición. Para mí la escuela dentro de la cárcel está del otro lado de la frontera, instalada en otro territorio que funciona bajo otras reglas
Entre otras cosas, no puede pensarse como una institución pública. Nadie fuera de la cárcel puede estudiar en ella. Pero incluso dentro del penal, la educación tampoco está garantizada para los sujetos presos que desean asistir. Por cuestiones relacionadas con la seguridad, el servicio penitenciario no “baja” a educación a todos los interesados. Sólo baja un grupo de personas cuyo comportamiento los hace merecedores de esa confianza a los ojos del Servicio.
Además, desde el punto de vista de la infraestructura el espacio asignado por el servicio penitenciario al funcionamiento escolar es muy reducido, lo que vuelve físicamente imposible dar respuesta a la demanda de educación dentro del penal de manera real. Aunque el Ministerio de Educación quiera hacer aulas dentro de la cárcel, no puede. La infraestructura depende de la Nación, solo el Servicio Penitenciario puede autorizar previo envío de un largo etcétera que nunca sucede.
Todo esto es consecuencia de la principal característica distintiva de este tipo de instituciones: La escuela se ubica en el interior de una estructura que depende directamente de otro ministerio, y el acceso de los docentes y alumnos al colegio depende directamente de ellos, el Servicio Penitenciario, que piensa con una lógica totalmente distinta a la de la escuela. La mejor planificación de clases puede quedar en la puerta junto con la profesora o profesor que la idearon “por cuestiones de seguridad”. Estamos de prestados en una institución que nos hace notar esa condición con cierta frecuencia.
Paradoja:
Del otro lado de la frontera las reglas son muy distintas. Los actores institucionales son otros y el diálogo se hace por momentos muy difícil. Pero en la escuela del otro lado de la frontera, los alumnos vienen felices porque encuentran en el aula un espacio de Libertad y Resistencia.