Y allí, en la inmensidad de las montañas y lo verde del paisaje, en el ronroneo del río, conocí la angustia.

Me sentí desprotegido y alejado de mis hermanos y permanecí en silencio, pensando. Pensar es algo que nunca había hecho.

Al llegar a mi casa sentí que ese vacío comenzaba a menguar y que lo vivido no había sido en vano; ahora tendré a mi amigo el dolor para jugar.