Quiero retruco dijo el Rey, casi gritando. Quiero vale cuatro arremetió el portero. Y si bien el Rey se asustó, dijo Quiero con firmeza y el Portero puso el ancho de espadas sobre la mesa y le sugirió una risa chiquita pero malévola sabiendo que esto al Rey le ponía los pelos de punta.

 El Rey de Dinamarca está muy enojado, se siente rabioso y frustrado. Sabe que algún día demostrará que el Portero le hace trampa y podrá al fin cortarle la cabeza. Como siempre hace después de perder al truco con el portero, comienza a hablar para atrás, Dice primero la última palabra de la oración hasta llegar a la primera y claro, es muy difícil entenderle. Después da vueltas carnero por todos los pasillos del Palacio. Sus días de descanso han pasado a ser una pesadilla porque siempre ocurre lo mismo.

Y todavía le quedan secuelas de la noche anterior, cuando compartió una Fiesta en una de las habitaciones del palacio con Britney Spears y Marlon Brando. También estaba Fernando Bravo, que había sido contratado como mozo para la ocasión y siempre estaba atento a que los invitados tuvieran champagne en sus copas. Fue una fiesta furiosa. El Rey sin saber porqué, despertó con un palo de amasar entre sus piernas y Fernando Bravo durmiendo a su lado.

A pesar de los múltiples síntomas de su resaca, jamás tomaba Ibuprofeno porque estaba en contra de la industria farmacéutica. En cambio, prefería tomar nafta rebajada con almíbar, una vieja receta heredada de su bisabuela.

Ahora el Rey, en su día de descanso, se pone los zapatos taco aguja y baja los 13 pisos por las escaleras.

Decide festejarlo jugando al fútbol desnudo con sus animales. Juega de delantero y hace dupla con un toro que tiene unos botines Nike de terciopelo que le regaló el mismo Rey en la última Navidad.

Después del partido, da un paseo por su jardín y riega las flores con Coca Cola sin azúcar para que crezcan según él de manera saludable.