Invocar a los dioses no bastaría
para hacerle justicia a tu dolor
cuerpo profano
bajo la tierra muerta.
Hoy estoy frente a tu tumba
no tiene nombre
pero sé que estás ahí
yo misma te enterré.
Escarbo la tierra con mis manos
intentando llegar a ti
pierdo algunas uñas en el camino
mis dedos se embarran de sangre.
¿Cuánto tiempo pasó?
Creí haberte olvidado
no pasé a dejarte flores
ni a quitar las malas hierbas.
Sus raíces llegaron a tu cuerpo
y aún así, sigues igual
niña formada por el palabrerío
herida, indefensa y tonta.
Te contemplo entre lágrimas
que mojan tu piel maltratada,
podrían lavarte entera
pero no soy ninguna santa.
Abrazo tu cuerpo
tan frío como el mío
tan falto de amor
propio y ajeno.
Finalmente el fuego te consume
con cuidado, sin herirte
sin hacerte más daño
sin perder más uñas.