Hoy, 27 de septiembre, es el día de la Conciencia ambiental. Nos parece importante desde nuestro papel de defensoras ambientales hacer foco en este día, y en la importancia de que todxs tomemos dimensión del espacio que nos rodea, para empezar a verlo con más amor y respeto.

Ser conscientes de este suelo bajo nuestros pies, que tanto nos da en forma ilimitada, es un acto de agradecimiento hacia nuestra madre tierra. Y cuidarlo y defenderlo es además una cuestión de amor propio, ya que se trata de nuestro hogar, la casa mayor donde habitamos y nos habitamos a diario. Todxs queremos vivir en el mejor lugar posible siempre, entonces, ¿por qué no cuidarlo?

La tierra nos habla de amor incondicional hacia nosotrxs, de abundancia infinita. Y agradecerle y expresarle toda esa gratitud en cuidado y veneración es lo mínimo que podemos hacer por ella a diario. Sin tierra, no tenemos hogar. No existe un planeta B.

Por eso es urgente y necesario que miremos hacia nuestro interior, nuestro cuerpo como un hogar más pequeño, y desde ahí nos planteemos qué cosas podemos cambiar en nuestra vida para que nuestra existencia en este mundo se desarrolle con el menor impacto posible. Que las únicas huellas en la tierra sean las de nuestros pies.

Leí infinidad de frases que dicen que las pequeñas acciones ya no alcanzan, que es necesario unir nuestras voces y cuerpos e ir hacia actos más grandes, más visibles. Yo creo que aún desde nuestro pequeño lugar en este mundo, todo suma. Pequeñas acciones en conjunto generan grandes cambios a largo plazo. Como un efecto mariposa.

Al mismo tiempo, creemos que es muy importante agradecerles a todas las personas que desde su posición y con los recursos que tienen a mano, ya están contribuyendo a un planeta más sano. A todas las voces de luchadorxs ambientales que no bajan sus brazos en búsqueda de devolverle a esta tierra todo el amor que se merece.