Acabo de recaer sobre el poema del querido Langston. Digo querido y no por una sensación de cercanía o una familiaridad cierta, sino porque hacia mí es simplemente eso, querido.
/ He conocido ríos / He conocido antiguos ríos como el mundo y más antiguos que el fluir de sangre humana en humanas venas / O, quizás / He conocido ríos: / ancestrales, oscuros ríos. / Mi alma se tornó profunda como los ríos. /
En el poema, la figura «Alma», la imagen del río, responde a la fluidez, a una corriente que debe manifestarse a término. Me refiero a que la misma imagen de río que se evoca en el poema guarda una relación fundamental con el resto de sus figuras. Así como aquel cercano «Je est un autre», el alma conoce, es los ríos.
No voy a aburrirlos con etimologías. Pero sí quiero rescatar algo. La tradición es vehículo de espejos. Un pasamanos y un niño; el silencio, la nota sostenida de la naturaleza que se llena con los pájaros, con el ruido de motores que pasan levantando temperatura, y conversaciones, las unas sobre las otras. Todo a un mismo tiempo. El alma circunda con los ríos. Los abarca, como también los ríos son el alma. Ocupan el sitio vacío. El hueco donde se articula la vida ーSi lo prefieren, como una condición sine qua non del poema o lo que pueda parecerse más a eso.
«I’ve known rivers»
Vilariño concibe un concepto que es esencial para entender el poema. En consecuencia, por supuesto también el de Hughes. Más que un hecho estético, antes, «el poema es un hecho sonoro». Y para ser franco, en el ritmo ya está dado el poema. Su posición fundamental, ー Cabe destacar que quién les está hablando tiene la certeza de nunca dar con nada. Mejor ni mencionar el buen tino o cosas como esasー El centro de gravedad.
El sentido rítmico es el constituyente de una erótica del poema.
Así como en el poema «The weary blues» dónde / «suena una melodía somnolie nta y sincopada»/ o / «Droning a drowsy syncopated tune» /, la construcción de lo sonoro es la condición de esa articulación. En tanto partamos del hecho sonoro como principio de vinculación que tenemos con el poema, podremos, al menos, ser parte íntegra él. Desde y contra el poema mismo. Sugerir, un humilde y sensual modo de vivir al poema.
Lo político y lo social, tanto lo metafísico como lo estético y lo sonoro son elementos que constituyen, en viva consonancia, una erótica del poema. El poema antes que tinta es sonido, y después no puede no serlo sino del mismo modo. El alma es tan profunda como los ríos, cuando se dice río, cuando se dice alma. Cuando nós cantamos. En la síncopas del querido Langston está el alma, el hombre, el río.
Por Franco Guarrera