Muchas veces hablamos de la falta de libertad en los que literalmente están presos por sus acciones, algunas demostrables y otras no, pero la justicia los priva de la libertad física.

 Sin embargo, en nuestro cotidiano, la pregunta que da titulo a esta reflexión, da cuenta de las libertades y las prisiones que conviven con nosotros en lo diario, entendería que pasan y se manifiestan tan sutilmente que ni nos damos cuenta de su existencia o nos creemos libres cuando por dentro estamos presos de miedos, confusión, vergüenzas, etc.

  La única forma es enfrentamos a una auto-reflexión o ponerlas en palabras, con un otro, ya sea terapeuta, amigo, papel blanco, etc.

  La vida es maravillosa con todas estas texturas, la aspereza del dolor o la suavidad del terciopelo del amor en sus distintas manifestaciones , que nos hacen sensibles, profundos, resilientes, trascendentes, reales, plenos. Mientras que a un dolor lo encarcelamos, a un disfrute lo liberamos. Uno puede convertirse en enfermedad, un potencial incierto a explotar, el otro una posibilidad, un fruto, una mariposa.

  Entonces entiendo que las libertades serán aquellas que, conscientemente, las abrimos al mundo, desplegamos, mostramos, y a veces, reconoceremos, para disfrutarlas como algo bueno de la vida, compartible, y que afectan, de manera agradable, a quienes nos rodean. 

Por otro lado las prisiones serán relatos, creencias, emociones o sentires bloqueados en la oscuridad, a los que no les doy un lugar para expresarse o sentir, mostrarse o revelarse. Algunas de esas prisiones son conocidas por nosotros y las ocultamos en máscaras, mentiras, adicciones, etc; otras tan ocultas y lejanas a nuestro sí mismo, que ni se ven, no se manifiestas o su existencia queda en la anomia.

Te has preguntado:  ¿cuales son tus libertades y tus prisiones?

Para ilustrar lo escrito te comparto esta poesía: 

Detrás de la mascara

Detrás de la mascara

está el actor,

aquel que sale con un rol

pre-concebido;

estudia un libreto para los aplausos

se adapta a un escenario

y se siente feliz, aceptado y entendido.

Pero en los entre telones

acomoda nuevos vestidos

que le permiten ser libre

o prisionero de lo construido.