Hoy celebramos, en un concepto único, a la mujer en su día. Sin embrago, soy de una generación intermedia, adquirí derechos pero con un inconsciente plagado de mandatos a desmantelar. Analizando con pensamiento crítico, profundo, siento que se generalizan cualidades de lo que es ser mujer según el estereotipo o condicionamiento en un contexto cultural, social, particular donde se habita.
A diferencia, de lo que siento, la energía femenina se caracteriza por recibir, ser receptiva, engendrar, esperar, persistir, envolver con su calidez, cuidar y en su conexión con la madre tierra, ser semilla, raíz, crear y transformar.
Lo que festejamos hoy, que percibo en nuestra realidad cotidiana, es una faceta, un matiz de todos los atributos merecidos, que hace a la misma estar valora en algunos ámbitos, subestimada por mandatos, y respetada o humillada, según la sociedad, estado o época en la que interactúe.
En estas últimas décadas, las mujeres hemos conquistado espacios teniendo que desarrollar la energía masculina, que convive potencialmente en nosotras, para salir a competir por nuestros derechos e igualdades. La “Ley de generación” expresa que todo ser vivo posee el principio de complementariedad, o sea todo tiene su principio femenino y masculino. El mundo, esta, en ocasiones, provocando que muchas tareas propias de los hombres se sumen a la mujer, generando como consecuencia el corrimiento en su eje y armonía de su esencia.
Hoy, además de hacer un merecido reconocimiento a “las mujeres” que lograron derechos como trabajadoras, necesitamos reivindicar los arquetipos de las energías femeninas, Diosas, que conservan el baluarte ancestral y particular aportando la esencia personal que las identifica: maternales, intuitivas, sensuales, solidarias, intelectuales, compasivas, deportivas y de acción, creativas; buscando la ayuda necesaria, para que en este proceso de evolución del mundo, cada una pueda aportar aquello que por esencia es y vino a dar.
Gabriela Villada