No puedo ser un cínico
No puedo ser un cínico y creer que las personas no existen
o que si existen no son más que cosas
prescindibles,
descartables,
vanas.
No puedo ser un cínico
y que lo desconocido no me importe
porque lo desconocido esconde
la potencia de lo inexplorado:
hábitat de la sorpresa,
única trascendencia posible,
se revela salvación
de nuestros ojos limitados.
No puedo ser un cínico
porque todo -o casi todo-
me importa demasiado,
desde unos ojos tristes
vistos al pasar,
hasta la soledad repentina
de alguien con buenas intenciones.
No puedo ser un cínico
aunque siempre quise serlo:
me seduce el encanto
del que no se preocupa,
del que camina su vida
sin mirar a los costados,
y se enfoca en su meta
sin mirar en donde pisa.
No puedo ser un cínico
porque todo me preocupa demasiado
porque he visto varias veces
lo que le hacen las palabras
a quienes se saben solos;
a los crédulos -como yo-
que no pueden o ignoran
la receta de estos dioses
y se desangran quietos
ante palabras vacías.
No puedo ser un cínico
pero tampoco quiero serlo:
¿de qué sirve reinar
sobre una pila de escombros?
Afuera
Siempre rezagado
afuera
nunca en medio de la fiesta
nunca entre los principales
nunca sintiéndome a gusto
en mi lugar de periferia.
En esta película
de emociones vibrantes
mi lugar es la intrascendencia,
el personaje secundario,
el que primero se muere
y si no muere no importa,
porque es prescindible
y nadie sabe su nombre.
Todos saben que el nombre
le otorga a las cosas su importancia:
por eso que me duele
que casi nadie lo sepa.
Espero al ángel
Espero que aparezca el ángel
y me susurre al oído
el bien guardado secreto
para acallar las voces.
Mientras, me fundo con la tarde
que es grisácea y muda,
como si fuera una estatua imponente,
tan imponente
que todos enmudecen al verla.
El silencio es ensordecedor
porque el silencio no oculta,
más bien propicia y amplifica
los leves ecos que resuenan en mí
y ahora puedo oírlos,
claros como cristales:
«Solo. Estarás solo.
Porque no hay compañía suficiente
para la soledad del alma;
porque tu alma es la de un niño
y casi todo la hiere;
porque a nadie le importan
tus dolencias de infante.
Estarás solo,
siempre solo,
y no podrás decirlo
porque son estupideces,
demonios imaginarios
creados por tu mente inquieta
en las tardes de domingo.
Vas a estar solo
porque los otros siguen ahí
y vos estás acá
y ellos existen
pero vos estás solo,
tan solo
que te duele su existencia:
quisieras ser un dios solitario
y estar solo porque es tu destino;
entonces no tendrías opción
salvo la soledad eterna
-pero indolora-
porque en la soledad
solo nos duelen los otros
que existen y eligen no estar,
y en tu soledad no habría otros
ni existiría la ausencia,
porque el vacío solo existe
cuando algo puede llenarlo.
Es verdad, sí: vas a estar solo,
pero no es las soledad de los dioses
la que te será concedida.
Vas a estar solo
solo, solo
y nadie va a venir a rescatarte
porque no valés la pena».
Y el ángel todavía no aparece.
conjunto de incertidumbres