La Caja – Una historia hecha de hilachas.
A 48 años de la última dictadura militar, es valido preguntarse qué hemos hecho con la memoria, la personal y la colectiva. ¿De qué forma recordamos? ¿Quiénes recuerdan? ¿Qué cosas quedan en el olvido inevitable? ¿Qué cosas merecen ser rescatadas?
“La Caja” presenta a una familia argentina que, en la actualidad, lucha con los fantasmas de un pasado marcado por el terror. Beltrán, el padre de familia, guarda un secreto angustiante, y dentro de la historia se ve en la obligación de compartirlo con sus hijos. Pero tantos años de silencio lo atormentan. Ha callado para protegerlos, dice en la hora y cuarto que dura la obra, ¿pero protegerlos de qué? Ana, la menor de las hijas y la única que ha nacido en democracia, confronta a su padre, a su hermano, y a la falta. Llena de rabia, es quien decide hacer preguntas, aunque sean incómodas y duelan. Es quien, como las generaciones que siguieron a la dictadura, disputan la historia, para que ya no pertenezca a aquellos que la mancharon de sangre. Ana, además, expone algo que resulta muy interesante: ¿qué pasa cuando las mismas familias vuelven a desaparecer a sus hijos, hermanos, primos? ¿Qué pasa cuando una familia entera guarda silencio? Ya sea por miedo o por culpa, no hablar de aquello que pasó termina por revictimizar a quienes no están. El silencio y la indiferencia los vuelve a desaparecer. Por eso, lo único que puede salvar del olvido a quienes fueron desaparecidos, es la memoria, y el uso consciente de la misma; a pesar del dolor, lo único que puede traer(nos) paz es hilvanar entre todxs los retazos de una historia, que es la historia tanto individual como colectiva de una persona, una familia, un país.
“La Caja” es una historia fuerte y necesaria, que llega cargada de buenas actuaciones y de una escenografía simple, pero que acompaña muy bien. El protagonista es el texto, sin dudas, que cuenta con bastante crudeza de a momentos, pero con palabras dulces cuando es necesario. El uso de distintos recursos la hace también ser una obra interesante, ya que no solo la palabra se pone en juego, sino los distintos tipos de memorias que acarreamos como seres humanos, memorias que nos permiten reconstruir nuestro paso: el tacto, la vista, el olfato, etc. Y esto da verosimilitud a la escena porque nos recuerda a los testimonios de quienes sobrevivieron a los centros clandestinos de detención, ya que muchos han usado estas mismas memorias sensoriales para reconstruir su paso por los mismos, y así cooperar con los juicios. Un olor, una sensación, todo forma parte de nuestra memoria y de la reconstrucción que podamos lograr en la misma. Por ende, resulta atractivo que “La Caja” nos haga parte con el olor del chocolate caliente, y con la música en vivo que llena nuestros sentidos.
Crítica realizada por: Agustina Heredia (Miembro de Granada)
Ficha técnica:
Mónica García
Rubén Dambrosio
Marcelo Romano
Mariela Rígano
Música en vivo de:
Julián Ponce de León
Juan Cerritelli
Iluminación:
Nadia Guzmán
Próximas fechas: 20 de Abril, Sábado, 16hs en la Biblioteca Rivadavia (Función gratuita)