Es la paja por definición una acción virtual. También es una metáfora. Entonces, qué mejor que aludir a ella para reflexionar acerca del encierro preventivo y obligatorio. Antes de iniciar este recorrido de onanista empedernido me gustaría hacer tres aclaraciones acerca del título de este presunto ensayo: la primera es que no me animé a titular “120 maneras de hacerme la paja” porque me daba muy soez para una lid entre intelectuales; la segunda es que 120 es un número estimado, producto de la más fría estadística, a razón de paja cada día y medio, o dos cada tres días, o cuatro y media por semana; la tercera es que este texto, lógicamente, no hablará de manera estricta sobre el acto de conseguir placer mediante la manipulación de las zonas erógenas practicadas con uno mismo. Efectuadas estas enmiendas necesarias, prosigo.
No sé cómo se masturbarán ustedes, yo lo hago a la manera tradicional y cristiana: casi siempre con la mano derecha y mirando porno. De modo que para compartir estas ideas lo haré mediante una secuencia de categorías plagiadas de esos sitios donde la perversión baila cumbia con la fantasía (conservaré el inglés, lengua original del porno, en nombre de un falso purismo etimológico). He aquí mi crónica desde adentro de los desórdenes temporales de mi memoria.
Anal
El presidente decreta el ASPO, me instalo en la casa de mi excompañera y madre de mis dos hijos, entre otras excusas, para evitar que nuestros pibes vayan de una casa a otra y no se pesquen el bicho. El presidente habla, ordena, indica, dicta clases y en algún momento dice “filminas”. No me puedo aguantar más de cinco minutos y acabo con C5N y las caras de Alberto, Axel y Horacio cubiertas por barbijos de friselina.
Bisexual
Soy docente del conurbano y un poco de CABA, es decir tengo un laburo hermoso y, al mismo tiempo, de altos riesgos permanentes. Estos van desde posibles caídas de techos hasta explosiones de gas envasado (la foto de perfil que uso en el sitio web convocante la tomé el año pasado: una puerta con un cartel hecho a mano con la leyenda “recién pintada” apoyada sobre la pared y arrancada del marco. A eso se dedica la gente de infraestructura de la DGCyE en coito con los del municipio que a veces, de onda te pintan la escuela. Lo pienso y no me aguanto las ganas de pajearme). Nuestro sindicato arregla una paritaria bajo el lema: “confiamos en este gobierno”, oh, my God, fuck me, fuck me, y propone una cláusula gatillo fácil (también llamada “de revisión”), la misma que con Scioli y con Vidal, yes, yes, yes!!!
Incest
La titular del FMI felicita al presidente y al ministro de Economía por el acuerdo de reestructuración de la deuda externa (¡¡Qué tetas tiene Georgieva!! ¡¡Deberíamos darle un premio al cirujano plástico!!). La escena: la mina entra al despacho de Guzmán, cruzan dos palabras, pela un cinturón poronguero y él hace lo que tiene que hacer. Acaba sobre la alfombra roja del Headquarters 1 arrojándole 47000 millones de dólares por la cabeza y le dice en tono de película de Marvel:
—¡¡No te meterás más con nosotros, maldita reina del capitalismo!!
Frente Monetario de Todos, Frente Monetario de Todos, fantaseo, acabo y me limpio con un diario viejo con la foto de Dujovne, oh, yeah.
Shemale
Un tipo con bigote canoso es recibido por una secretaria morocha medio china con un escote que le llega hasta las Rocas de Moeraki. El tipo le dice que tiene que hablar con su jefe porque le deben mucho dinero, que cesaron de pagarle al Estado desde 2019 y que esto no da para más (en la portada de la carpeta bordó dice “DNU-Expropiación de Vicentín” en letras doradas). La mina, que está bárbara, ya sabe lo que tiene que hacer y el de bigote no supera los encantos de la morocha:
—Suck my cock.
Le dijo y lo conquistó. No puedo contener mis impulsos pajeros y pongo una escena de la secuela Impuesto a las grandes fortunas: te la saco para la foto, después te la pongo otra vez en tu cuenta. You love this. Right, baby?
Cumshot
Esta escena, aunque trillada, me sigue calentando. Un par de casillas de chapa, madera y cartón. Pibitos y pibitas con los mocos sobre los labios. Un cana de pito bien grande oh, my God, it´s so big. La escena pertenece a una película llamada Guernica (el jefe, un tal Berni, viejo actor de probada reciedumbre, pronuncia “Guernicau”). Happy end sobre las lenguas que se chocan de dos jóvenes mientras los canas hacen un aquelarre con los harapos de los miserables. Mmmm, yeah, babe, yeah…
Lesbian
Dos minas grandes, son vecinas. La que se llama Patricia B. le toca el timbre a la que se llama Soledad A. para pedirle una taza de azúcar. La dueña de casa la hace pasar al living, le dice que se siente un rato en el sofá y charlan sobre cosas, sobre gente que quiere dedicarse a la docencia pero son pobres y adultos que fracasaron en otras carreras y que el aporte cultural que tienen para hacerles a las y los estudiantes es muy berreta. A esta altura hace rato que Patricia le mira las tetas y le quiere comer la boca a su vecina:
—I was never with a woman.
Le dice Soledad ante las insinuaciones de la otra que lleva puesto un uniforme de fajina militar. Pero es tarde, ya están en bolas. Acabamos los tres y veo la escena siguiente donde hacen un trío con un pelado vestido de amarillo y un pañuelo celeste en la cabeza. Disculpen, cada uno se calienta como quiere.
MILF
Una placa indica que es 2017, hay una pareja heterosexual de viejos cagados de hambre, les sacaron varios beneficios, los acaban de cagar con la nueva fórmula de cálculo de sus haberes previsionales. Se ponen muy calientes y se dicen:
—La jubilación no es un beneficio, es un pago diferido, ah, ah, ah.
El tipo es delgado, se ve que en su época fue un cheto del colegio cardenal Newman, habla mal pero tiene ojitos claros. Acaban. Corte. Otra placa indica que estamos en 2020, la misma vieja desnuda de rodillas frente al viejo (otro actor, con una camiseta apolillada de Argentinos Juniors) se excita en un largo mantra orgásmico:
—5% a cuenta del aumento de marzo 2021, 5 % ah, ah, ah, i want your cock in my pussy, ah, ah, ah.
Orgy
1 de octubre. Orgía de dolor y tristeza, una de las mayores de mi vida. Luego de meses de levantarla, comprarle cervezas para animarla y cambiarle los pañales del PAMI muere mi abuela. No fue por covid, solo el paso del tiempo, que como dijo Heráclito, es una mierda que no se detiene. Escena de melodrama que no me calienta ni medio. Y la sigo llorando.
Schoolgirl
Un grupo de especialistas en educación, de esas que tienen doctorados y hace 20 años que no pisan una escuela, se junta para unas jornadas organizadas por el Instituto Nacional de Formación Docente. Hay una que tiene ideas oh, yeah, y acuña una expresión para enmarcar y pensar los propósitos pedagógicos en este contexto, colocando la falta de conectividad como una variable importante (se llama Inés Dussel por si la quieren googlear): “la clase en pantuflas”. Aunque ella no lo sepa (vamos, que esto se llama masturbarse, hombre), le respondo en el marco de esas jornadas académicas, more, more, more:
—Creo que sería más atinado hablar de “la clase en pelotas”: la falta de conectividad es el conflicto principal y como tal debe ser el axioma desde el que se debe partir para un análisis correcto de este tiempo pues, según las estadísticas, hay quienes ni pantuflas tienen.
Ella me ignora porque está en otro plano, ni siquiera hay un holograma suyo como acostumbran algunos senadores porque el zoom los aburre. Otros me dan la razón. Cuánta aceptación, oh yeah, oh, yeah, cuánta pluralidad en este ministerio, yes, yes, yes. Sin querer ensucio el certificado de expositor con la firma del ministro Trotta. Perdón. Más allá de hacerlo en pelotas, ejerzo la docencia con ínfulas desde marzo: me filmo leyendo, explicando, envío audios de whatsapp, hago fallidos zoom de escuela pública, escribo consignas “ingeniosas”, tomo exámenes, me hago cargo de un curso ad honorem (también ad libitum, ojo) y veinte etcéteras más, yes, yes, yes…
Hardcore
Hace apenas un par de días se me murió otro tipo cercano. La escena: una mala escenografía que simula el interior de un castillo medieval, entra una parca tipo la de Manrique en las coplas, un tipo bajito y morocho (si le pusiéramos una visera sería igualito a alguno de mis alumnos presos), villero, le hace de todo, la gambetea, le hace un sombrero, la tira un caño, le amaga por derecha y por izquierda, la sodomiza, se deja sodomizar, se toman unas rayitas de cocaína y siguen, al tipo no se le ablanda nunca, la mina goza, es multiorgásmica, el villero la penetra por todos lados y acaba sobre su mano izquierda. La escena termina con la muerte en bolas diciéndole que le gustaría eso todos los días (si es que la muerte midiese en días su tiempo) y se lo lleva. La peli concluye en un ritual donde la federal, la de la ciudad y los gendarmes cagan a palos a los llorones del villero. Esta la vi como veinte veces en los últimos días y acabé en forma de lágrimas.
POV
Ya de chiquito mi mamá me decía a cada rato “Hernán, sacate la mano de ahí”, “Hernán, salí del baño”, “Hernán, no leas eso”, “Hernán, no pienses en eso que es pecado, leé Clarín, La Nación, Página (así, sin el 12 me lo decía)”. Confieso no ser muy hábil en el empleo de la metáfora sutil, por el contrario, ha querido este escrito configurarse en una especie de dildo sintético de las vicisitudes personales de este experto onanista en el que creo haberme convertido durante los últimos nueve meses de mi vida. Digo “experto” porque pajero fui siempre. Es por eso que he prescindido de la sutileza del símbolo, de la belleza del símil, del dulce lamentar de dos pastores bucólicos, de la tentación en tanga de la alegoría, creo que me sienta un poco mejor la sinécdoque escatológica. Porque, como ya sabemos, todo el mundo se masturba.
Profesor de Literatura.