Capítulo 9: Vivienne
Hola… 2.31
Escribiendo…
Holis… 2.31
Qué hacías? Dormías? Podés hablar un rato? 2.32
Escribiendo…
Hoy no tuve función, intentaba dormir pero no puedo. El pelotudo de Bruno ronca cuando toma mucho. Me voy a tomar algo para bajar y dormir jajaja. Mañana tengo que ir al gimnasio temprano 2.35
Necesito hablar con vos. Es urgente. 2.36
Escribiendo…
Qué pasa? Estoy cansada estoy en la cama, hablemos mañana. Si tiene que ver con lo que me dijiste el otro día no me interesa. Mi mundo es la danza. Y ahora darle para adelante con la subsecretaría de cultura jajaja 2.38
No, es otra cosa. Más importante. Es para hablarlo personalmente, un tema de trabajo. Podemos vernos mañana? 2.39
Escribiendo…
No me rompas, Fer, no me interesa ya lo hablamos. 2.43
El mensaje ha sido eliminado…
No escribas mi nombre ya te dije, borrá el mensaje, por favor… 2.43
No importa, de todas maneras en un rato desde la oficina borro todo. 2.43
Jaz
En línea
Necesito que nos veamos. Necesitamos un favor, es urgente. Mañana. No, mejor venite ahora. te paso a buscar si querés. 2.58
Escribiendo…
Estás loco? Cómo nos vamos a ver ahora? Soy una señora en la cama con su esposo jajaja… En serio, tengo mucha paja de arrancar. Tan urgente es? Decime por acá, si total vos podés borrar todo (habrás borrado nuestros videítos, no? Jajaja) 3.03
Esto es serio, nena, no podemos hablar por acá. Es una orden. No te puedo adelantar nada. 3.03
Por qué tardás tanto, Jaz, en contestar. Necesito que vengas. Ya. No es joda, venite. Ya. 3.09
Escribiendo…
Na. No quieroooooo… Estoy en la cama y me acabo de clavar media pastillita… 3.21
Mirá no puedo hablar por acá, tampoco quiero decirte algo que te haga sentir amenazada, solo te voy a dar un nombre: Vivienne… 3.21
Jaz
(3.29 AM) Av. Del Libertador 4726 6°
Una joven con la cara tallada por la impericia del cirujano plástico, casi rubia, piernas torneadas por horas de gimnasio. Se parece mucho a una vedete famosa. Se parece mucho a la subsecretaria de Cultura y Comunicación del municipio de Lomas de Zamora. No se parece. Es ella. Entra al edificio mencionado unas líneas más arriba. El de seguridad le ve cara conocida pero no dice nada, no puede decir nada, el tipo del sexto le dijo clarito que no podía decir, ni hacer, ni mirar, ni grabar nada. Ella va directo al ascensor no necesita anunciarse, el de seguridad casi ni la mira, siente tanto respeto por esa gente. Casi miedo podría decirse. Ese miedo que sienten algunos ante la mirada del que les da de comer, sumisión que aumenta el abuso y el desprecio que los otros, los que mandan, los que están arriba sienten por esos tipos y esas tipas que jamás sentirán el elixir del dinero y el poder. El de seguridad junta las manos debajo del escritorio de caoba, podría estar rezando como lo hace cada vez que debe bautizar a un hijo nuevo, podría estar acariciándose como no lo hace nadie con sus manos desde hace tanto, podría estar tomándose el pulso, podría estar corroborando la dureza epidérmica, las callosidades de albañil sin oficio, podría estar recorriendo las líneas únicas de su identidad, podría estar haciendo eso pero no, solo junta las manos porque quiere detener el temblor de una con el temblor de la otra. La banderita argentina bordada sobre el pulóver negro del uniforme también tiembla un poco al son de sus nervios.
En el ascensor la joven mujer, a quien sus seres cercanos1 suelen llamar Jaz, se muestra en el punto justo que va de los nervios previos a una próxima mala noticia a la tranquilidad de la media pastillita que dijo se había tomado para dormir, aunque todos sabemos que se había tomado dos con un vaso de coca light. Sabe que moverse en ciertos ámbitos, en ciertos círculos, en ciertos niveles tiene su costo, lo sabe pero no quiere saberlo. Pero porque lo sabe está por entrar al piso de su amigo, Fernando quien la acaba de intimar a presentarse a pesar de ser casi las 4 de la mañana y saber que Jaz tiene una familia y un intendente durmiendo a su lado. Pero porque sabe que moverse en ciertos niveles tiene su costo está por entrar. Adentro la espera un hombre de unos 45 años, un wiskhy con hielo y una orden. Solo diremos que el tipo trabaja para la Agencia Federal de Inteligencia. Nadie sabe, nadie puede saber quienes trabajan allí pero nosotros sabemos que Fernando lo hace. Jaz también sabe, o más o menos lo sabe. Tiene una vaga idea del trabajo de su amigo. En general ella se maneja así: con vagas ideas.
(3.43 AM)
Se va, pasa por al lado del sudado guardia de seguridad, no lo mira, no lo saluda. No la mira, no la saluda. Toma un taxi, llega a su casa, Bruno ya no está. Mejor. Cinthia, la chica con cama, todavía duerme. Mejor. Las pastillas la ponen un poco boba, tira la cartera al piso, se saca las zapatillas, de esas que apoyan sobre una plataforma de goma arqueada para ganar gemelos al caminar, se saca la calza negra, se puede decir que ahora corre descalza, le sudan un poco las axilas, limpias y lampiñas al igual que el resto de su piel, las cremas son caras pero buenas, decididamente está corriendo hacia su destino, la puerta de la habitación está cerrada, ya no corre, se para frente a ella y lee no sin dificultad las letras pintadas de rosa sobre la laca blanca: VIVIENNE. Corre la sábana y entrecruza sus piernas con las de su pequeña hija. Trata de dormir, no puede. Trata de pensar y tampoco. Solo se va a manejar con vagas ides. Vagas ideas y una orden. Si pudiésemos ver la imagen desde afuera de la habitación, desde la puerta (si la puerta estuviese abierta, claro) veríamos, o creeríamos ver, a una madre en reposo de amor abrazando a su pequeña hija de nombre extravagante (incluso para alguien nacido en Puerto Madero) en una escena de suma ternura. Y tensión por lo que se avecina. Pero no deberíamos sentir compasión por la niña ni por su madre. Todo esto si pudiésemos ver la imagen desde afuera de la habitación, desde la puerta. Si la puerta estuviese abierta, claro.
1Seres cercanos: Esposo. Empleadas y empleados a su cargo porque ese es el modo en que ella debe ser llamada, según reza el manual ¿Cómo ser un líder exitoso en el siglo XXI? de Melamed, eso es bueno para ejercer influencia sobre la persona a cargo sin que esta pueda tomar conciencia de este dominio: “Uno de los grandes capitales de la empresa es el factor humano, que tiene que ver con cualidades intangibles como la imaginación, con la creatividad, con la sensibilidad, con la empatía, con la capacidad de proyectar, de conectar con las emociones, y es gracias a ello que se puede hacer la diferencia. Cuando uno tiene un cierto número de personas a cargo debe ganarse la confianza de las mismas. Y todo empieza por el nombre, si sugerimos que nos llamen de manera familiar (con nuestro nombre apocopado o por un apodo amigable, por ejemplo) generaremos en el otro una simpatía, una cercanía que le impedirá revelarse, llegada la situación, con cuestiones de índole laboral. El líder debe mostrarse amigable como un cachorro recién adoptado (…)”. La expresión también vale para algunos amigos que suelen tener algunos secretos con ella como el Fer que la acaba de citar en su departamento de madrugada. Este nombre apocopado NO VALE para familiares en general, interesadas e interesados en obtener algún rédito o algún empleo en la municipalidad porque Jaz es un poco permeable a intentar caerle bien a todo el mundo con esa sonrisa clavada en las mejillas. A veces no le resulta fácil distinguir quiénes son seres cercanos y quienes no.