Lejos, en la música de la noche
Me entretengo mirando las pupilas de un gato.
Escucho la voz en mi cabeza
Partiendo las grietas.
Llegando a lo profundo del mar en fosos de acero.
Vientos de lluvia, vientos
El mar en mí esta lleno de calamares azules
De peces que nadan
De rios que mueren
Lejos, en la noche de la música
Lloro.
Me impacta la forma de la luna inanimada
Que tanto aman los amantes.
Que fuman sentados en la ventana del olvido o tal vez del recuerdo idiota.
Y la lluvia cae y los recuerdos se posan en las gotas
Y las almas de las plantas se besan mientras la lluvia nunca cesa.
Es la fragilidad del día, el aleteo de las mariposas
Las ganas de bailar en la fosa.
Es la frescura de la tarde y la ausencia certera del viento al silencio
De sus labios.
Ahora cerrados, inspirando las pesadillas
Que apoyan sus patas en la boca biológica de las miradas cerradas.
Los libros que duermen, los deseos, las noches abiertas al hombre pequeño que nace.