Composición de lugar
El pasto verde fosforece en el atardecer
con todo su maleficio.
Las vacas quietas con las cabezas gachas quedan sujetas
a él -cálidas miniaturas desperdigadas en su pintura.
La rama de pino quebrada a la que apunto un instante
con la mirada es blanda y se inclina sobre una mata
de pasto abundante para volver a levantarse unos centímetros
y nunca terminar de caer.
Un pato negro alza las alas del agua
majestuoso
el segundo mismo que paso frente suyo
y los segundos siguientes las dejará secar
para volverlas a hundir en el charco que lo precisa.
Formas irregulares de tierra negra se recortan
entre los sembrados vírgenes de trigo. Por alguna
razón, con suma ineficacia geométrica las sembradoras
han hecho así su trabajo- en esos baches naturales
sin querer depositaron el recuerdo de lo estéril.
Por cada rectángulo verde productivo, decenas de campos muertos
fueron perforados por poderosas torres de alta tensión que los minan
por toda su insípida extensión: pobres ídolos idénticos todos
e igual de invisibles.
El pasto verde gris fosforece en una mata con la última gota
de luz de la tarde.
En un fundido
del tamaño de un globo gigante,
mi hija flota
boca abajo entre los pastos
con su cabeza de bebé levantada
toma impulso
y se adelanta.
Lento pasa al lado mío.
Las matas grises ondean.
No la toco.
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Qué monótono ser un bebé
siempre a distancia de los tachos de basura
-no se comercia con desechos- manipular
los escobillones (¡que no toquen las alfombras!) rebotar
la pelota arrastrar las sillas menos
en el parquet del living o en hora de la siesta
aunque de mañana también es bueno
el silencio
nada de ruidos estridentes de ollas
chocándose (a ninguna hora) nada de violar límites
naturales asignados a las cosas -los juguetes
en el tacho de los pañales no
la comida no
es
lavable,
ni el lavarropas se alimenta
naturalmente de scones
los libros de papá no, no
quiere, no, Allegra, no, basta, tenés un montón de cosas
para jugar, basta, tenés tus libros pero los de papá no, basta
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Spell
no era alguien supersticioso
hasta hoy
que comprobé que estos
días caí en el hechizo de Carver
eso explica por qué hubo gritos
en casa de la mañana
hasta la noche
las parejas gritan en sus poemas
después se culpan
y por separado asumen
lo irremediable de todo
mientras los niños siguen viendo
la tele como si nada
pasara y papá duerme
en el sillón
alguien llora en la cocina:
esto
ya
lo leí
está escrito: alguien
volverá a repasar estos
signos cientos de miles de veces
hasta que el mundo se acabe
los poemas seguirán
ahí aunque haya dejado
de leer, ¿qué puedo hacer
para que se detengan?