Estoy ciego y no de vista sino de alma, me dirijo deseoso de un porvenir exitoso en un sendero con pocas luces, pensando que un recorrido más arduo cuenta con mayor recompensa en su final, pensando que todo este pesar que cargo desaparecerá cuando mi esencia choque con la tuya y conecten creando así otra galaxia, dos totalidades juntas, tu mundo y mi mundo, colisionan creando así, nuestro mundo, sobran estrellas y pétalos de rosas, atardeceres cíclicos, tus ojos como soles que de forma tan suave iluminan mi ceguera, tu risa que sonoriza mi apasionado existir y tu miedo que me da la fuerza para protegerte.
Pese a todo esto, el mundo, la totalidad, el ser, tiende a la entropía, al desastre, al caos, no estaré contigo mucho más tiempo, no nacimos para estar juntos pero al estarlo estamos condenados a desaparecer, mi mentirosa ilusión utópica subyace ante este abismal sentimiento de melancolía, de una mano que no se siente segura como antes, un lugar pacífico y calido, que nunca fue mi hogar.
Regreso finalmente a ese sendero del que vengo, cansado por el viaje, pero la recompensa fue tal, que de alguna forma, me da la motivación para seguir andando, nuevamente, ciego, no me arrepiento de nuestra danza, nuestras expresiones y confusiones, mi arte y tu crítica, la luz se apaga cuando tus ojos dejan de mirarme, en la ceguera busco sombras, señales y muecas, destellos que me recuerden a tu piel, solo con eso me guío, hasta que me sea tan confuso recordarte, que simplemente me quede el sentimiento de haberte amado tanto, y que el motor de mi búsqueda sea el amor que se guardó en mi olvido.