No hay mas que desorden y una lampara con luz tenue en este lugar.

Te juro que en esta habitación siempre me siento incomodo, menos hoy, que mientras intentaba darle forma a las sombras que aparecían proyectadas sobre la pared, en una de ellas apareciste vos, o más bien tu silueta, le faltaban tus colores para que termines de ser vos, yo ahí te miraba, desde un rincón, aparecías y desaparecías en las intermitencias del viejo foco de esa lampara, me alegraste, pero mientras te miraba a los ojos como pidiendo auxilio no recibía respuestas, esos ojos no tenían el brillo que recuerdo. Tu figura se deformaba con el viento que empujaba unas sabanas que estaban amontonadas en la silla, te movías de manera aleatoria y de vez en cuando si me distraía eras solo una figura amorfa, hasta que el viento se calmaba y volvías a mirarme, fijamente, con esos ojos inquietantemente neutros, un vacío indeterminado, los escombros de un alma que conocía. Me inquietaba que no me hablaras, pero yo tampoco tenía nada para decir, vos seguías mirándome, yo seguía preguntándome que hacías vos acá, pocas veces hay alguien en esta habitación. Las marcas de las paredes parecían cicatrices, no me anime a preguntar que te había pasado. Me inundo el sueño en un momento, pero a vos no parecía importarte, seguías ahí, inmutable, cuando parecía que te ibas la lampara volvía a prenderse, “el cansancio me está matando” pensaba, pero no quiero dejarte acá sin compañía, vos no me pedias nada, pero igual quería quedarme, al menos un rato más, en el limbo irreal de la habitación. No entendía porque vos querías quedarte, yo hasta ahora no tenia necesidad de verte, las cosas habían cambiado, lo tortuoso se volvió calmo y volví a respirar un aire sin humo, sin vos. Pasaban los minutos y vos seguías ahí, implacable, con una paciencia estoica, yo ya ni te miraba, tal vez cuando recorría la habitación con la mirada te veía de casualidad, pero no me quedaba. Con el paso del tiempo, esa sombra, tu silueta, se volvió una mancha, una molesta marca que le pertenece a mi pasado, quería devolvérsela, me pare de donde estaba sentado, y empecé a pensar, “tal vez, si acomodo la habitación podrá irse, tal vez, si apago la luz, pueda descansar”.