El Meme es un virus. El Meme es un virus en el sentido informático y en el sentido biológico. Nace en el caldo binario de la Red, encuentra un huésped que lo consuma, lo adopte y lo replique. Se esparce por dispositivos y sus usuarios.
El Meme goza de contenido. Un mensaje, una idea, su rastro disimulado por el perfume del humor (los humos). Pero además de vapores, el Meme le entrega a su huésped consignas apareadas: memética y antimemética.
Dice la orden memética: «Recordame, repetime, replicame». El Meme trae consigo la certeza del recuerdo. Sabe que no será olvidado, y en la medida en que no puede ser olvidado, la consigna permanece latente. La probabilidad de ser cumplida crece con el tiempo.
Dice la orden antimemética: «Omitime, reprimime, olvidame». El Meme no es histérico, su intención es doble. Una parte de él pasa al recuerdo, llamémosla formato. La otra parte, el contenido, se halla consignado al olvido.
El Meme no es malintencionado. Su estructura y comportamiento son consecuencia del lenguaje. No es posible echarle culpa. Aún así, el contenido vertido en él es profundamente humano, profundamente moral.
El Meme es el artilugio perfecto para la transmisión no intencionada de información. No encuentra resistencia, no requiere de ningún tipo de energía para existir. Nadie puede parar al Meme.
¿Quiénes tomarán la bandera del recuerdo? La guerra contra el olvido no es una guerra de sangre, pues no es una guerra entre individuos. Es una guerra de personas contra Ideas. Ideas que quieren ser olvidadas.
¿Quiénes fundarán la Antimemética? ¿Quiénes crearán el método memético? Recordar aquello que nadie quiere pensar es una tarea de suma nobleza. Al final, rodeado de Olvidables, uno solo puede ser olvidado.
Arte de portada por EddyBird (link).
Estudiante de Filosofía UBA.