A mí abuela

Las uñas pintadas.

Tan brillantes como las perlas.

El labial rojo delataba 

La rebeldía y la pasión 

Con la que encaraba la vida.

Dia tras día.

La sonrisa y los comentarios inesperados.

Las comidas más ricas y los mensajes más dulces.

Los aros grandes, la ropa de colores.

Había vencido a la tristeza y nunca más la dejo entrar.

Se entregó a Dios y creyó en el.

Construyó un cielo que juraba ver.

Cuando se fué, 

Mi corazón también.

Hasta que la Vi en aquel Edén.

Siempre hubo un cielo para quienes creyeron en El.

En ese paraíso está.

Repleto de flores que en vida supo cuidar.

Está en paz y yo también.

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