Cómo una adicta al dolor.
Cómo una maestra queriéndome poner a prueba.
Te recordé.
Saqué mi corazón del cajón donde lo guardé
Leí las conversaciones guardadas en el drive y lloré.
Si, ahí estaba mi corazón.
Aún latía, roto.
Decepcionada recordé.
«Yo nunca la amé».
Hablaste a tu terapeuta con total impunidad
¿Que diría si cuento lo que me escribías?.
Mientras como flashes vienen a mi,
El poema del final
La denuncia policial.
La restricción perimetral.
El juez, la audiencia, nuestros abogados.
Y nuestro adiós.
Y en un mes aprendí que debo hacer como si nada.
Para borrar 5 años.
Dejando de vuelta mi corazón maltratado
En un cajón y enterrado.
Para ya no entregarselo a cualquiera.
Por miedo, a qué me hieran.